La explosión registrada el martes en una granja de Polonia y la consiguiente muerte de dos personas ha elevado todas las alertas en la OTAN, aunque por ahora los mensajes de los líderes de países aliados giran en torno a la prudencia. Ni el Gobierno polaco ni ninguna gran potencia ha culpado directamente a Rusia, más allá de vincular este peligroso incidente con la escalada de ataques sobre la vecina Ucrania.
La guerra ucraniana ya había traspasado fronteras en estos últimos meses, pero nunca antes un proyectil había impactado en territorio de la Alianza Atlántica. Los estatutos de la organización contemplan en su artículo 5 la cláusula de defensa colectiva, que involucra a todos los Estados miembro en caso de ataque contra uno de ellos, pero Polonia por ahora estudia invocar el artículo 4 y abrir consultas.
El primer ministro de Polonia, Mateusz Morawiecki, convocó de urgencia a la cúpula de seguridad, pero a última hora del día apeló a la «calma» y a la «prudencia» a la espera de esclarecer el origen de los proyectiles caídos en Przewodow, cerca de la frontera con Ucrania, y que han quitado la vida a dos personas. El presidente polaco, Andrzej Duda, admitió que no había pruebas concluyentes.
Ucrania, en cambio, sí señaló directamente a Rusia por boca de sus principales responsables, entre ellos el presidente, Volodimir Zelenski, que apeló a la «acción» tras el «ataque con misiles rusos». No en vano, el incidente se enmarcaba en la mayor ola de bombardeos lanzados por Rusia sobre Ucrania desde el inicio de la invasión en febrero, con alrededor de un centenar de misiles disparados sólo el martes.
Los países bálticos también se sumaron rápidamente a la tesis ucraniana señalando a Rusia, pero no así el resto de miembros de la OTAN, que tras una intensa ronda de contactos tanto con Polonia como entre ellos han parecido concluir que, a estas alturas, no se puede inferir nada claro en cuanto a la autoría de los disparos.
El incidente ha sorprendido a parte de los jefes de Estado y de Gobierno de la Alianza en Bali, donde se ha celebrado la cumbre del G20, y las reuniones y llamadas han sido constantes este miércoles. Respaldo común a Ucrania y críticas a la ofensiva rusa, pero prudencia en cuanto a lo que supondría elevar la tensión política hasta umbrales que aún no se habían alcanzado.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, uno de los primeros en hablar con Varsovia cuando aún era madrugada en Indonesia, ha reconocido que es «improbable» que el proyectil que cayó en Polonia fuera disparado por Rusia. «Hay información preliminar que pone eso en duda», ha declarado.
Por su parte, el canciller de Alemania, Olaf Scholz, ha apostado por «esclarecer de manera exhaustiva» cómo se produjo la explosión, mientras que el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, ha abogado por «establecer los hechos» antes de ir más allá, horas antes de una reunión de países aliados a nivel de embajadores.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que ha hablado con Morawiecki, ha afirmado que es momento de «verificar los hechos y considerar los próximos pasos», si bien ha añadido: «Es una confirmación de la gravedad y las consecuencias de la agresión rusa contra Ucrania».
La versión de Moscú pasa por alegar que todo es una «provocación» para llevar el conflicto a una nueva escalada involucrando a la OTAN. El expresidente Dimitri Medvedev, uno de los líderes rusos más beligerantes, ha dicho en Twitter que el suceso en Polonia prueba que «Occidente se acerca a una guerra mundial».
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, uno de los pocos que mantiene contactos de manera relativamente frecuente con Rusia, ha asegurado que no tiene razones para desconfiar de los argumentos ofrecidos por Moscú en las últimas horas y ha apuntado desde Bali a la posibilidad de «un error técnico».
Al margen de la OTAN, el Gobierno chino ha vuelto a esquivar cualquier señalamiento con un mensaje genérico, a «todas las partes», para que actúen con calma» y «contención», en palabras de la portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Mao Ning, según medios oficiales.
LLAMAMIENTOS DESDE KIEV
La cumbre del G20 ha concluido con un mensaje de apoyo a Ucrania más contundente del que se esperaba, aunque no ha sido un comunicado conjunto habida cuenta de que Rusia sigue formando parte de este grupo. El ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, abandonó la cumbre el martes por la noche, con lo que no ha respondido ‘in situ’ sobre el incidente en Polonia.
En Kiev, sin embargo, todo apunta a que el suceso, independientemente de sus circunstancias, servirá para insistir en las reivindicaciones de un mayor apoyo a sus socios internacionales, máxime cuando la ola de ataques del martes causó de nuevo víctimas mortales y cortes en el suministro eléctrico en grandes ciudades, entre ellas Kiev.
El ministro de Defensa, Oleksi Resnikov, ha recordado que Kiev ya lleva meses pidiendo una zona de exclusión aérea, «porque el cielo no tiene fronteras», tampoco para «misiles descontrolados». Varios altos cargos ucranianos han recordado, además, que el futuro de Ucrania pasa por integrarse plenamente en la UE y seguir estrechando lazos con la OTAN, de cuyos miembros reclama apoyo militar.