El respaldo a los partidos y líderes populistas ha disminuido en los últimos meses en el mundo coincidiendo con la pandemia de la covid-19, pero en este tiempo ha disminuido el apoyo a la democracia.
Ésta es la principal conclusión de un estudio que analiza las actitudes políticas de más de medio millón de personas en 109 países desde 2020 y que fue elaborado por el Centro para el Futuro de la Democracia (CFD), perteneciente a la Universidad de Cambridge (Reino Unido).
El informe, publicado por el Instituto Bennett de Políticas Públicas de Cambridge y dado a conocer este martes, apunta que hay signos claros de un cambio tras la ‘ola populista’ de comienzos de la pandemia porque la mala gestión del coronavirus por parte de los líderes populistas, el deseo de estabilidad y una disminución de las actitudes ‘polarizadoras’ surgidas en la crisis ya comienza a movilizar a la opinión pública.
Los autores del informe describen el estudio como la primera visión global de cómo la crisis de la covid-19 ha afectado a las creencias políticas y subrayan que las amenazas planteadas en la pandemia han causado un cambio “tecnocrático” en la autoridad política en todo el mundo, con una mayor confianza en los gobiernos y en expertos como científicos y funcionarios públicos. Sin embargo, la fe en el proceso democrático fue flaqueando.
«La historia de la política en los últimos años ha sido el surgimiento de políticos antisistema que prosperan con la creciente desconfianza de los expertos», apunta Roberto Foa, codirector del CFD y autor principal del informe.
Foa indica que, “desde Erdogan y Bolsonaro hasta los ‘hombres fuertes’ de Europa del Este, el planeta ha experimentado una ola de populismo político” y que “la covid-19 puede haber causado que esa ola llegue a su punto más alto». «El apoyo electoral a los partidos populistas se ha derrumbado en todo el mundo de una manera que no vemos para los políticos más convencionales. Hay pruebas sólidas de que la pandemia ha empañado gravemente el aumento del populismo», sentencia.
‘EFECTO BANDERA’
Los primeros meses de la pandemia vieron a muchos líderes políticos obtener un aumento en sus apoyos, un efecto clásico del llamado ‘rally round the flag’ (o ‘efecto bandera’) en tiempos difíciles, según los investigadores. Sin embargo, los índices de aprobación de los líderes populistas de todo el mundo comenzaron a disminuir casi tan pronto como llegó el coronavirus y han seguido hundiéndose desde entonces.
En promedio, los líderes populistas han visto una caída de 10 puntos porcentuales entre la primavera de 2020 y el último trimestre de 2021, mientras que las puntuaciones de los no populistas, en promedio, volvieron a los niveles anteriores a la pandemia.
El apoyo electoral también se ha desplomado en los partidos populistas, algo que se refleja más claramente en Europa, donde la proporción de personas que tienen la intención de votar por uno de ellos ha caído 11 puntos porcentuales de media.
En general, los confinamientos tempranos aumentaron la intención de voto para los partidos en el poder en toda Europa. Sin embargo, todos los populistas gobernantes del continente, desde el Movimiento 5 Estrellas de Italia hasta el Fidezs de Hungría, se apearon de esa tendencia con las mayores disminuciones de apoyo.
El respaldo a los partidos populistas de la oposición de Europa también cayó durante la pandemia, en un promedio de cinco puntos porcentuales hasta bajar a un 11%, mientras que aumentó el de la oposición ‘convencional’.
Los investigadores sugieren varios factores para el desvanecimiento del atractivo del populismo. Uno es el trabajo fallido que hacen los gobiernos populistas en la pandemia, desde el veto a la mascarilla del brasileño Jair Bolsonaro hasta la sugerencia de «inyección de lejía» del estadounidense Donald Trump. El informe muestra que la población considera que los líderes populistas son fuentes menos fiables de información relacionada con el virus que sus contrapartes centristas.
En junio de 2020, la aprobación de la gestión gubernamental de la crisis fue 11 puntos porcentuales más baja de media en los países con líderes populistas que en los de un gobierno más centrista. A finales de ese año, esta brecha se había ampliado a 16 puntos.
‘TRIBALISMO’ POLÍTICO
Los investigadores también encontraron que el ‘tribalismo’ político, terreno fértil para los populistas, ha disminuido en la mayoría de los países. El porcentaje de partidarios del partido que expresan una «fuerte aversión» a los que votan por políticos opositores cayó en la mayoría de las naciones durante la crisis, pero no en Estados Unidos.
«La pandemia fomentó un sentido de propósito compartido que puede haber reducido la polarización política que hemos visto en la última década», indica Xavier Romero-Vidal, investigador del CFD y coautor del informe, que agrega: «Esto podría ayudar a explicar por qué los líderes populistas están luchando por movilizar apoyo».
Por otro lado, el informe indica que algunas ideas propagadas por los populistas están perdiendo terreno. Los niveles de apoyo a afirmaciones como que las ‘élites corruptas’ dividen al país nación o que la ‘voluntad del pueblo’ debe ser obedecida cayó en casi todas las naciones encuestadas.
Por ejemplo, el respaldo a cuatro de esas ideas (la creencia de que el país está dividido entre la gente común y las élites corruptas, la creencia de que la ‘voluntad del pueblo’ debe guiar la política, que los intereses especiales bloquean el progreso y que esa información se oculta deliberadamente al público) cayó en promedio nueve puntos porcentuales en Italia (hasta el 66%), 10 puntos en Francia (61%) y 8 puntos en el Reino Unido (64%) entre 2019 y 2021.
El compromiso con estas ideas también ha disminuido. Incluso entre los partidarios, en casi todas las naciones un número menor ahora ‘está totalmente de acuerdo’ que en 2019. En las democracias desarrolladas, este cambio se produce principalmente entre los mayores de 55 años.
Además, las áreas con las caídas más pronunciadas en las actitudes populistas son algunas de las regiones más pobres ‘dejadas atrás’, desde el este de Polonia hasta el sur de Italia y el norte de Hungría, que han sido un foco de retórica y apoyo populistas.
«Esto puede deberse a un cierto reequilibrio de la riqueza a medida que las personas escapaban de las ciudades invadidas por el virus», indica Foa, que apostilla: «Además, los cierres de fronteras por covid-19 detuvieron la migración y el comercio globalizado de manera más efectiva que cualquier gobierno populista».
Sin embargo, algunas políticas ‘iliberales’ (es decir, gobernar a caballo entre la democracia liberal tradicional y un régimen autoritario) ganaron fuerza mientras las poblaciones sufrían lo peor de la pandemia. La mayoría en todas las principales naciones encuestadas en 2020 se contentaron con prohibir los apretones de manos y gran parte del público apoyó la restricción de las discusiones en línea sobre el virus.
DEMOCRACIA LIBERAL
La consecuencia del declive populista no ha sido la fe renovada en la democracia liberal, según los investigadores, que subrayan que quizá el apoyo a la democracia también ha disminuido debido al historial de populistas en el cargo.
En cambio, los ciudadanos avalan cada vez más las fuentes tecnocráticas de autoridad, como tener expertos ‘no políticos’ que toman decisiones. A principios del verano de 2020, la creencia de que los expertos deberían poder tomar decisiones ‘de acuerdo con lo que creen que es mejor para el país’ había aumentado 14 puntos hasta el 62% en Europa y 8 puntos hasta el 57% en Estados Unidos.
Si bien la confianza en el gobierno ha aumentado constantemente desde que llegó la pandemia, al subir en 3,4 puntos porcentuales en las naciones democráticas del mundo, la fe en la democracia como sistema político apenas ha cambiado.
«Algunas de las mayores disminuciones en el apoyo democrático durante la pandemia se observaron en Alemania, España y Japón, naciones con grandes poblaciones de ancianos particularmente vulnerables al virus», indica Foa.
En Estados Unidos, el porcentaje de personas que consideran que la democracia es una forma ‘mala’ de dirigir el país se ha duplicado con creces, de un 10,5% a fines de 2019 a un 25,8% a finales de 2021.
«La pandemia ha traído buenas y malas noticias para la democracia liberal. En el lado positivo, vemos una disminución en el populismo y una restauración de la confianza en el gobierno. En el lado negativo, algunas actitudes iliberales están aumentando y la satisfacción con la democracia sigue siendo muy baja», sentencia Foa.