Ser etiquetado como migrante puede desencadenar una cascada de consecuencias negativas: estereotipos, separación u «otredad», discriminación y pérdida de estatus social. En el contexto de la dinámica de poder, estos factores juntos resultan en estigma. El estigma puede adoptar diferentes formas, pero todas ellas corren el riesgo de dañar la salud y la salud mental de los inmigrantes.
Así se explica en un trabajo del ‘Journal of the American Medical Association’ (JAMA) y en un libro publicado recientemente, Migration Stigma (MIT Press), en el que los académicos identifican el «estigma de la inmigración» como una fuerza generalizada y destructiva que vincula las respuestas a la inmigración (como los prejuicios y la política) con la salud de los inmigrantes.
«Este concepto de ‘estigma migratorio’ reúne por primera vez fenómenos como la politización de la inmigración y va más allá de cómo los nativos piensan sobre los inmigrantes para considerar cómo influye en la salud física y mental», esume Lawrence Yang , profesor y director del Departamento de Ciencias Sociales y del Comportamiento de la Escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Nueva York (Estados Unidos), primer autor del artículo de JAMA y editor principal de Migration Stigma.
El estigma puede adoptar diferentes formas, pero todas ellas corren el riesgo de dañar la salud y la salud mental de los inmigrantes. Una forma, el estigma estructural, ocurre cuando los grupos son tratados de manera diferente por leyes o políticas basadas en su estatus. Para los inmigrantes, esto puede significar un peor acceso a la educación, la vivienda, la atención médica y el empleo, todos los cuales son poderosos determinantes sociales de la salud, o factores sociales y estructurales que influyen en los resultados de salud.
Otras formas de estigma pueden ser menos obvias. Por ejemplo, los inmigrantes y sus descendientes que están en sintonía con el entorno político negativo y los estereotipos que la gente tiene sobre los inmigrantes pueden sentir vergüenza e interiorizar estas creencias negativas.
El estigma internalizado puede aumentar el estrés, lo que puede derivar en una serie de problemas de salud mental, como ansiedad, depresión y trastornos del sueño, e incluso puede exacerbar el trastorno de estrés postraumático (TEPT) entre los inmigrantes que han sufrido viajes traumáticos a través de las fronteras. Además, el estigma internalizado, sumado al miedo a la deportación, puede disuadir a los inmigrantes de buscar atención médica y otros servicios que, en última instancia, mejoran su salud y sus oportunidades de vida, incluidos el empleo y la educación.
«Un nuevo enfoque en la intersección de la migración y el estigma crea una oportunidad para romper el ciclo de políticas y retórica dañinas que alimentan el estigma y dañan la salud de los inmigrantes y otras personas», expone Yang. Y debido a que el estigma involucra muchos factores (etiquetado, estereotipos, «otredad» y pérdida de estatus), las intervenciones para reducir el estigma pueden funcionar para abordar cualquiera de estos vínculos.
«Por ejemplo, podemos introducir nuevas narrativas para cambiar una etiqueta o abordar los estereotipos, o podemos alentar a los formuladores de políticas a promulgar leyes contra la discriminación para preservar el acceso a la atención médica y la educación», agrega Yang.
Los autores también escriben en JAMA que para evitar estigmatizar a los pacientes inmigrantes, los profesionales de la salud pueden reconocer que la salud y la enfermedad provienen de estructuras sociales, políticas y económicas.
El concepto de estigma migratorio surgió de un foro internacional, convocado por la Fundación Ernst Stüngmann, que reunió a académicos en los campos del estigma y la migración para explorar las conexiones entre ambos.
«Aunque ambos campos examinan las causas y consecuencias del prejuicio y la discriminación, hasta hace poco hubo poca colaboración formal entre los estudiosos del estigma y la migración», apunta Yang.
A través de este proceso, los investigadores acuñaron el concepto de estigma migratorio y dieron inicio a este nuevo campo de investigación. Las futuras áreas de estudio incluyen el impacto de la etiqueta de migrante en diferentes ámbitos de la vida, si la etiqueta se extiende más allá de los propios migrantes a otras generaciones o grupos raciales o étnicos asociados, y si el estigma tiene consecuencias a largo plazo para la salud.
«Al examinar cómo se relacionan los fenómenos aparentemente dispares de la política antiinmigrante y la salud de los individuos, mejoramos las posibilidades de que los investigadores y los médicos comprendan e idealmente intervengan para promover la salud pública», finalizan los autores en JAMA .