El exceso de velocidad (29,3%), el consumo de alcohol (17,4%) y la ingesta de drogas (10,2%) son los factores de riesgo que más influyen en un siniestro mortal de moto, según el informe ‘Hoja de ruta para la mejora de la seguridad vial en usuarios de motocicletas y ciclomotores’, de la Fundación Mapfre y la Asociación Española de la Carretera.
Las conclusiones de esta investigación, presentadas este miércoles, indican que también interviene el hecho de no usar el casco de la talla adecuada, abrochado y ajustado correctamente, lo que puede provocar hasta el 6% de los fallecimientos en motociclistas y el 29% en conductores de ciclomotores.
Los autores de este estudio han analizado un total de 240 casos reales de fallecidos en siniestros de moto y ciclomotor y más de 7.000 lesiones sufridas por más de 3.000 conductores de motocicletas y ciclomotores entre 2016 y 2019.
La investigación pone de manifiesto que el 95% de estos más de 200 fallecidos eran hombres, que perdieron la vida, principalmente, durante el fin de semana. Además, muestra cómo las lesiones no mortales más frecuentes se produjeron principalmente en el tronco (28%) y en las piernas (27%) y que la mayoría de los incidentes mortales fueron resultado de una salida de la vía (41,3%), una colisión frontolateral (16,8%), propia de una intersección, y una caída (15%).
En relación con el uso de material de seguridad, el informe revela que el 41% de los conductores no utilizaba este equipamiento de seguridad, exceptuando el casco, y que el uso de algún otro elemento de protección, como airbags, chaquetas con protecciones, guantes y botas especiales, entre otros, son más habituales en carretera (71%) que, en ciudad, donde solo los utilizaban el 25% de los fallecidos de los que se disponía información.
Además, según los resultados de este estudio, en más de la mitad de los siniestros con motociclistas fallecidos (52%) no estaba implicado otro vehículo, y cuando sí lo estaba el suceso ocurrió principalmente porque el conductor del otro vehículo no respetó la norma genérica de prioridad (21%) o sufrió alguna distracción o no se percató de la presencia del motociclista (10%).
MÁS SINIESTRALIDAD EN CIUDAD
En este contexto, la Fundación Mapfre ha destacado que, en 2019, uno de cada cuatro fallecidos en siniestros de tráfico en España eran motociclistas, quienes perdieron la vida mayoritariamente durante el fin de semana (alrededor del 45%), y que el número de fallecidos en moto y ciclomotor se ha reducido menos que la de ocupantes de automóviles, por ejemplo, lo que puede deberse en parte, a que desde 2009 el parque de motos ha aumentado un 38% en España (un incremento del 12% en el caso de turismos).
En concreto, la entidad añade que, en 2019, la siniestralidad mortal de los motociclistas aumentó un 16% con respecto a 2018 y los conductores pasaron a representar uno de cada cuatro fallecidos, una cifra que contrasta con el dato del 10% de motos sobre el total del parque o el 4% de permisos de motocicleta sobre el total del censo de conductores.
El estudio también pone de manifiesto que en las zonas urbanas se registran más siniestros, pero menos mortales, al contrario que en las zonas interurbanas, donde hay menos colisiones, pero con mayor mortalidad. El 98% de los conductores accidentados no llevaba ninguna prenda reflectante y un 3% no utilizaba casco.
Entre las propuestas que recoge este informe destaca la creación de grupos de trabajo que analicen cada siniestro mortal y elaboren recomendaciones para evitar que se repitan este tipo de sucesos, «tal y como se realiza desde hace años en otros países más seguros que España, como Suecia».
Junto a esta, se propone mejorar la formación de todos los conductores, incluyendo a aquellos que con su carné B (de coche) empiezan a conducir motos de pequeña cilindrada, así como la de los motociclistas profesionales, en especial, de los repartidores, que deberían recibir cursos de conducción segura, en particular para mejorar la conducción en curva y en intersecciones, y el frenado de emergencia.
Igualmente, plantea la necesidad de completar la formación práctica de todos los conductores (tanto de motocicleta como de automóviles o vehículos pesados) con sesiones específicas de concienciación, percepción del riesgo, toma de decisiones seguras y necesidad de compartir la vía, que estén moderadas por víctimas de siniestros de circulación.
La investigación recoge, además, la necesidad de mejorar las carreteras con barreras de protección, fomentar un plan de ayudas para la renovación del parque de este tipo de vehículos y para la actualización de la ITV y su cumplimiento; así como reforzar los controles de circulación, especialmente en relación a las infracciones que más fallecidos provocan: exceso de velocidad y presencia de alcohol y drogas.