Las abejas productoras probablemente se originaron en Asia occidental antes de expandirse a África y Europa creando siete linajes evolutivos separados geográfica y genéticamente.
Ésta es la conclusión de un estudio realizado por 12 investigadores de instituciones Alemania, Arabia Saudí, Canadá, Francia, Estados Unidos, Kenia y Sudáfrica, y publicado en la revista ‘Science Advances’.
Durante décadas, los científicos han debatido sobre el origen de la abeja melífera occidental (‘Apis mellifera’) y el nuevo estudio, dirigido por la Universidad de York (Reino Unido) señala que esos populares insectos probablemente surgieron en Asia.
La abeja melífera occidental se utiliza para la polinización de cultivos y la producción de miel en la mayor parte del mundo, y tiene una capacidad notable para sobrevivir en entornos muy diferentes, desde la selva tropical hasta los ambientes áridos y las regiones templadas con inviernos fríos.
El equipo de investigación secuenció 251 genomas de 18 subespecies del área de distribución nativa de la abeja melífera y utilizó estos datos para reconstruir el origen y el patrón de dispersión de esos insectos. Los investigadores descubrieron que un origen asiático, probablemente Asia occidental, estaba fuertemente respaldado por los datos genéticos.
«Como uno de los polinizadores más importantes del mundo, es esencial conocer el origen de la abeja melífera occidental para comprender su evolución, genética y cómo se adaptó a medida que se extendió», apunta Amro Zayed, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de York.
‘PUNTOS CALIENTES’
El estudio también destaca que el genoma de la abeja tiene varios ‘puntos calientes’ que permitieron a las abejas melíferas adaptarse a nuevas áreas geográficas. Si bien el genoma de la abeja tiene más de 12.000 genes, sólo 145 de ellos tenían firmas repetidas de adaptación asociadas con la formación de todos los principales linajes de abejas melíferas que se encuentran en la actualidad.
«Nuestra investigación sugiere que un conjunto básico de genes permitió a la abeja melífera adaptarse a un conjunto diverso de condiciones ambientales en todo su rango nativo al regular el comportamiento de los trabajadores y las colonias», indica Kathleen Dogantzis, doctoranda en la Facultad de Ciencias de la Universidad de York.
Esta adaptación también permitió el desarrollo de unas 27 subespecies diferentes de abejas melíferas. «Es importante comprender cómo las subespecies adaptadas localmente y la selección a nivel de colonia en las abejas obreras contribuyen a la aptitud y diversidad de las colonias administradas», subraya Dogantzis.
La secuenciación de estas abejas también condujo al descubrimiento de dos linajes distintos, uno en Egipto y otro en Madagascar.
Los investigadores esperan que su estudio finalmente asiente la cuestión de dónde proviene la abeja melífera occidental para que la investigación futura pueda explorar más a fondo cómo se adaptaron a diferentes climas y áreas geográficas.