La maestra Elena Güemes ha publicado un cuento ilustrado sobre acoso escolar dirigido a niños y a adolescentes en el que se abordan las consecuencias de esta problemática social que va en aumento año tras año y la importancia de aceptar a cada persona sin rechazarla.
Se trata de un relato en el que la joven se inspira en un caso próximo de ‘bullying’. ‘Las amapolas de Sara’ es un libro ilustrado para niños mayores de 8 años.
Se describe la historia de Sara, una niña con altas capacidades que siempre estaba sola en el colegio hasta que un día sus compañeros descubrieron que esas diferencias que tenían con ella no era algo negativo, sino todo lo contrario.
La autora, que imparte clases en Infantil y Primaria, acaba de recibir por este proyecto el segundo premio en la categoría de tolerancia de la VII Edición de los Premios Talento Joven – Carné Joven de la Comunidad de Madrid.
De cara a un futuro, su objetivo es crear una guía para prevenir el ‘bullying’ no solo destinada para los jóvenes, sino también para familias y docentes, dando claves de cómo poder gestionarlo y prevenirlo.
EL ACOSO Y SUS CONSECUENCIAS
En el libro de Elena Gümes, que cuenta con ilustraciones de Clara Elena Falcón Mendoza, se abordan diferentes aspectos relacionados con el acoso escolar y sus consecuencias (a nivel afectivo, social y cognitivo).
También trata el desarrollo de otros valores (generosidad, empatía, compañerismo, honestidad…) y la importancia de aceptar a cada persona tal como es sin rechazarla por las características propias.
Elena es maestra de Educación Infantil y Primaria. Por desgracia, ha vivido «muchos casos de acoso escolar en edades muy tempranas» y por eso está «muy concienciada» en ayudar a los niños que lo sufren, pero sobre todo considera que «la clave está en la prevención».
En su etapa de instituto, vivió un caso cercano de acoso escolar y por eso ahora quiere ayudar a los menores que lo sufren. Elena se puso en contacto con diferentes asociaciones de ‘bullying’ y diversos colegios a los que he regalado un ejemplar.
Considera que los cuentos son una herramienta fundamental para el aprendizaje de valores y son de gran utilidad sobre todo en las edades de infantil y primaria. Gracias a ellos, asegura, «los niños se involucran fácilmente con los personajes de las historias, tienen problemas comunes y aprenden a resolverlos como hace el protagonista».
En su libro, tiene en cuenta la edad de los niños a la que se dirigía la historia. De este modo, utiliza un vocabulario cotidiano para ellos, «sencillo de entender». El cuento contiene unas ilustraciones de un carácter más infantil» para que no fuera un libro «triste».
«Mi intención era hacer reflexionar a los niños sobre este tipo de situaciones y sobre todo sobre qué pueden hacer ellos», señala. Además, es un cuento muy interactivo ya que hay diferentes cuestiones a lo largo del mismo que permite a los niños conectar con la historia y sentirse parte de ella.