Realizar una revisión completa del vehículo todos los años, cuidar de sus componentes y su batería aparcándolo siempre en un garaje, echar siempre gasolina antes de que el depósito baje al 25% de su capacidad y estar pendiente de los rastros del coche para localizar fugas a tiempo son algunas de las medidas recomendadas para tratar de evitar que un buen día, sin previo aviso, nos encontremos con que el coche no arranca. Sin embargo, ninguna de ellas garantiza librarse del mal trago.
Hace sólo unas décadas, un destornillador, cinta americana y unas nociones básicas de mecánica podían sacarte de muchos apuros con el coche. Sin embargo, con la electrónica, la tecnología y los complicados avances mecánicos que incorporan los coches actuales, lo más probable es que, en este escenario, la única salida sea llamar al seguro para que mande una grúa.
No obstante, los expertos de Alquiber, responsables de que la empresa líder en el negocio de alquiler de vehículos de renting flexible disponga de la mejor flota posible para satisfacer cualquier necesidad de sus clientes, te ofrecen una serie de medidas que podrás poner en marcha para solucionar el problema, o identificar la avería, antes de recurrir a esta ayuda externa. Si funcionan, ahorrarás tiempo y dinero, o, por lo menos, tendrás una mejor idea del problema al que te enfrentas.
En primer lugar, hay que tener presente que las razones por las que el motor del vehículo no arranca suelen estar relacionadas con el sistema eléctrico, con el combustible o con un desgaste mecánico. Por ello, antes de nada, hay que atender a las luces de advertencia activadas en el tablero, ya que estos testigos luminosos de la consola central del vehículo informan sobre el estado de sus distintos sistemas y sus posibles averías. En caso de no haber ningún tipo de luz, también sabremos que el origen de la avería es de tipo eléctrico.
Electricidad
Si, efectivamente, llamas a la grúa, descubrirás que, antes de llevarlo al taller, sus operarios tratarán de resolver la avería al momento con unas pinzas o alguna batería de repuesto. Y es que la falta de batería suele ser la causa más común cuando el coche no quiere arrancar. De este modo, llevando nosotros mismos unas pinzas en el maletero podremos intentar solucionarlo por nuestra cuenta (aunque siempre contando con la ayuda de otro vehículo del que conseguir electricidad).
Además, sabiendo que factores como el frío o dejarse las luces encendidas por descuido influyen decisivamente en que una batería se descargue por completo, se puede intentar pisar el embrague antes de comenzar la marcha para calentarla un poco y conseguir despertarla de su letargo. En los modelos diésel también puede funcionar girar la llave sin arrancar durante unos segundos para que se encienda el sistema eléctrico.
En este mismo ámbito, también podemos incluir fallos genéricos en algún componente eléctrico del sistema, como el chip integrado de la llave, que hará que el coche no la reconozca y, por tanto, no arranque. Además, también puede tratarse de un mal funcionamiento del motor de arranque debido a un fallo en la instalación eléctrica o un fallo en las centralitas que impida la ignición en las cámaras de combustión. Este último, provocado por un problema con los fusibles, suele ser el caso cuando, al intentar arrancar, el coche no hace absolutamente ningún ruido.
Por último, un problema con el pedal de freno o de embrague (involucrados en el arranque del coche al enviar corriente al motor para permitir el encendido) también puede producir un fallo en las conexiones. Una forma sencilla de identificar este problema es comprobar las luces de freno al pisar el pedal. Si no se encienden, ahí está el fallo.
Combustible
Ya sea por una fuga (el coche deja un rastro en el suelo) o por un desliz del conductor (que ha consumido todo el carburante), la falta de combustible también suele ser una de las causas de esta repentina negativa de nuestro coche a ponerse en marcha. Sin embargo, a veces se trata de una avería en la bomba de presión, la encargada de enviar al motor el combustible con la presión adecuada, o de un problema con los inyectores. En este último caso, frecuente en vehículos diésel, se puede conseguir que el coche arranque tras insistir con varios intentos.
Desgaste mecánico
El uso continuado a lo largos de los años puede provocar un desgaste de las piezas mecánicas de nuestro vehículo, algunas de las cuales están directamente implicadas en el sistema de arranque. Una rotura, o simplemente de un pequeño desajuste en la compleja mecánica del coche puede ser también causa de que nuestro coche no arranque. Afinar el oído en busca de ruidos extraños, como golpes y crujidos, puede ponernos alerta ante problemas mecánicos serios.