Las Premios Planeta 2024 alaban la «lección» de la ciudadanía en la DANA: «Ha reaccionado antes que el poder»

Redacción

Las escritoras ganadora y finalista de los Premios Planeta 2024, Paloma Sánchez-Garnica y Beatriz Serrano, respectivamente, han coincidido en alabar la «lección» que la ciudadanía ha dado frente a la tragedia de la DANA que ha asolado gran parte de la provincia de Valencia. «El pueblo ha reaccionado mucho antes que el poder», asevera Sánchez Garnica, mientras que Serrano destaca el valor de las «redes humanas» en un mundo muy mediatizado por la tecnología.

Las dos autoras han compartido cómo han vivido esta tragedia en la entrevista que han concedido a Europa Press con motivo de la presentación en Valencia de sus novelas.

‘Victoria’ es el título con el que la madrileña Paloma Sánchez-Garnica ha logrado el Premio Planeta 2024 tras quedar finalista de este mismo galardón en 2021 con ‘Últimos días en Berlín’.

En esta ocasión, la trama viaja al Berlín arrasado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, donde la protagonista sobrevive cantando cada noche en un club. Pese a tener una mente prodigiosa, capaz de crear un poderoso sistema de cifrado de mensajes, su hija Hedy y su hermana Rebecca dependen de ese mísero sueldo para sobrevivir. Un chantaje sin escrúpulos por parte de los rusos la obligará a viajar sola a Estados Unidos, donde descubrirá que la que parecía la sociedad más democrática del mundo esconde una rancia capa de racismo e injusticias.

El contexto histórico vuelve a ser fundamental en la obra de Sánchez-Garnica, que defiende que, pese a la construcción minuciosa de los escenarios temporales, lo que le interesa no son los grandes personajes históricos, sino «la vida privada de la gente, cómo reaccionan en un contexto determinado, con unas leyes determinadas, con unos valores morales determinados, con unos prejuicios que cambian a lo largo del tiempo, se transforman, se retuercen y se hacen incluso miserables en algunos momentos de la historia, como por ejemplo con el nazismo».

«Todo ese material humano es el contenido de mi literatura y, a través de eso, entender épocas, entender más la condición humana, ahondo en temas universales que reflejan lo mejor y lo peor de la condición humana», expone.

En este sentido, y analizando el momento actual, la novelista lamenta: «No aprendemos, nos hemos convertido en una sociedad muy acomodada y adocenada, que piensa que el Estado de Derecho y de Bienestar está absolutamente protegido. Nos equivocamos porque todo puede volver a ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar, con otros medios, con otras formas, pero con las mismas consecuencias trágicas», advierte.

En la misma línea, Sánchez-Garnica se rebela contra la creencia de que los derechos forman parte del ADN en el momento de nacer y agrega que hay una parte de «responsabilidad» de la ciudadanía, que debe hacer un esfuerzo por no quedarse solo «con la armonía que le gusta».

«En la Ilustración se creía que simplemente el acceso a la información ya era un antídoto contra los totalitarismos y la intransigencia, pero resulta que ahora que tenemos un exceso de información y nos quedamos solamente con el eslogan fácil». En ‘Victoria’, precisamente, hay mucho periodismo, «un poder extraordinario que es necesario». «Una democracia en la que la libertad de prensa se apaga es un lugar oscuro y muy peligroso», señala.

Frente al peligro de la desinformación, la autora anima a aprovechar el acceso a los medios para «intentar analizar y cribar». «Eso supone un esfuerzo. Y hay mucha gente que no está dispuesta a hacerlo. ¿Quién está dispuesta a hacerlo? El que lee», ha comentado la ganadora del Planeta, que ha citado a Javier Cercas para recordar que un hombre o una mujer leyendo una novela es «un peligro, una bomba de reloj, porque es un potencial pensador o pensadora».

En medio de esta realidad, ha estallado la tragedia de la riada de Valencia, que ha puesto en evidencia que los ciudadanos «han reaccionado mucho antes que la política, que los que tenían que gestionar». «El poder se ha quedado en el poder, en ver a quién puedes hacer daño y a quién no puedes hacer daño, y mientras tanto, el ciudadano de a pie se ha cogido una pala, se ha puesto unas botas y se ha manchado de barro», ha resumido.

«ERRORES ENCADENADOS»

La autora se ha definido como una «humanista» y, desde esta perspectiva, ha manifestado que los vecinos y voluntarios que han prestado ayuda a los damnificados «han obligado a transformar y a actuar a esa clase un poco elitista». «Aquí ha habido muchos errores encadenados porque el hecho de que durante cuatro o cinco días los ciudadanos estuvieran solos, sin ayuda real, es para hacérselo mirar». «Espero que su ejemplo sirva de lección al poder», ha apostillado.

Por su parte, a la finalista, Beatriz Serrano, le ha «tocado el corazón» especialmente la situación derivada de las inundaciones, ya que se crio en Valencia y su madre reside en la localidad de Alfafar, una de las afectadas. Allí ha tenido la oportunidad de comprobar cómo se ha despertado el apoyo de la comunidad.

«Una de las cosas para salir adelante en la vida, en estas circunstancias o en cualquier otra, es sentir que no estás solo, que hay personas en lo bueno y en lo malo, que se alegran por las cosas buenas que te pasan, que sufren cuando pasas algo malo, que el sufrimiento puede ser compartido», asevera.

Asimismo, apunta que «todo el mundo se ha dado cuenta de la fragilidad de aquellas cosas que creemos seguras, como puede ser la tecnología» y, también, de cómo esta se puede utilizar como caldo de cultivo de la desinformación. En este punto, hace notar que la batalla contra los bulos es difícil «porque al final está luchando la razón contra la emoción». Por ello, ha considerado que «debería estar legislado», aunque siempre siendo conscientes de que esto puede conllevar también un peligro si «el papel del legislador puede caer en el de censor».

En ‘Fuego en la garganta’, la escritora y periodista vuelve a evidenciar, como ya hiciera en su exitoso debut ‘El descontento’, su interés por la paradoja que se da en una sociedad hipeconectada que, sin embargo, alberga una gran soledad. Para ello, viaja a los inicios de la expansión social de internet, en los noventa, cuando «no éramos tanto consumidores como exploradores».

«UNA MULETA DE LO QUE NOS FALTA EN EL MUNDO REAL»

La autora cree que en ocasiones el mundo virtual se emplea como «una muleta para lo que nos falta en el mundo real». Y agrega que el problema no es tanto la propia tecnología, la herramienta, como cierto modo de vida: «los horarios infernales, los contratos basura, tener que vivir cada vez más lejos, que nuestros vecinos sean ‘airbnb’…».

Aun así, la literatura sigue constituyendo un «refugio». Serrano se muestra muy optimista respecto a su salud actual y futura: «Es lo que nos ha enseñado a entendernos a, a pensar y a construir futuro. Entonces, ¿cómo van a morir las historias?», pregunta.

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