Las tres enfermedades de las que más morimos las personas

Redacción

¿De qué solemos morir los humanos? La Organización Mundial de la Salud (OMS) realiza un recuento de las enfermedades por las que fallece la población mundial llevándose la palma las patologías cardiovasculares, seguidas de las enfermedades infecto-contagiosas (sobre todo en países de bajos ingresos), el cáncer, las patologías respiratorias crónicas, y la diabetes.

En el caso concreto de las enfermedades cardiovasculares, explica en una entrevista con Europa Press Infosalus el investigador Carlos Briones, doctor en Ciencias Químicas e investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Astrobiología (CAB-INTA), que dirige un grupo que investiga el origen y la evolución temprana de la vida, así como los virus de ARN, que éstas incluyen los ictus (isquémicos o hemorrágicos), o las enfermedades coronarias (con variantes como el infarto agudo de miocardio, y la angina de pecho).

«Sus causas principales son tener una edad avanzada, el consumo de alcohol y de tabaco, además de mantener una alimentación inadecuada, los antecedentes familiares, la hipertensión, el consumo de drogas, la falta de actividad física y la obesidad», remarca este experto con motivo de la reciente publicación de ‘A bordo de tu curiosidad’ (Crítica), donde trata estos asuntos.

Después, según prosigue, de acuerdo a los datos más actualizados de la OMS, «el segundo grupo de enfermedades por las que morimos los seres humanos son las infecto contagiosas, centradas en los países de bajos recursos, porque en los más avanzados económicamente se combaten activamente con antibióticos y con otros compuestos que logran eliminar o detener el crecimiento de los microorganismos patógenos, y se lucha contra el desarrollo de resistencias a ellos.

HAY MÁS DE 200 TIPOS DE CÁNCER

En tercer lugar dice Carlos Briones que se encontraría el cáncer, un grupo de patologías que son de muchos tipos, un grupo de patologías caracterizadas por la transformación de las células normales del organismo en tumorales, y que se dividen incontroladamente, y en ocasiones originan tumores.

Cada año, tal y como precisa este investigador del CSIC-CAB-INTA, se diagnostican unos 18 millones de personas con cáncer, y se estima que un tercio de las mujeres y la mitad de los hombres desarrollarán durante su vida alguno de los más de 200 cánceres que hoy en día se conocen.

Los de mayor prevalencia, según detalla, son el de mama, pulmón, colon y recto, próstata, estómago, hígado o cuello de útero; aparte de recordar que algunos tienen componente hereditario, si bien sus causas principales son el contacto con agentes carcinógenos físicos, como la radiación ultravioleta, sustancias del tabaco, o algunas bacterias o virus oncogénicos.

POR QUÉ DEBEMOS TENER CUIDADO CON LAS PSEUDOTERAPIAS

Por otro lado, charlamos con este experto sobre las pseudoterapias y las «falsedades que les rodean». A su juicio, el mayor peligro de las pseudoterapias es que afectan a nuestra salud, cuando carecen totalmente de fundamento científico: «Ninguno de los posibles fármacos que venden las pseudoterapias ha pasado un ensayo clínico controlado con todos los criterios de calidad correspondientes».

Lo que pasa es que, a veces, según lamenta, estas pseudoterapias se rodean de «nombres muy impactantes», o utilizan mal términos científicos para que parezcan terapias fundamentadas en verdad, «pero te engañan y estafan y además pueden poner tu vida en peligro».

Lamenta aquí que las pseudoterapias muchas veces se presentan como alternativa ante enfermedades graves como el cáncer, o determinadas enfermedades neurodegenerativas, dado que carecen de efectos secundarios, ante la desesperación de muchos enfermos o de sus familias, que dejan la medicina convencional convencidos de que esta pseudoterapia puede ayudarle, y lo que en realidad hace es acabar con su vida.

«Hay que ser muy crítico desde la ciencia y la medicina para combatirlas porque la única medicina que nos puede salvar es la medicina real, basada en los estudios científicos», concluye Carlos Briones, doctor en Ciencias Químicas e investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Astrobiología (CAB-INTA).

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