Los osos pardo (Ursus arctos) dejan señales visuales en las cortezas de ciertos árboles para comunicarse entre sí, según una investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (MNCN-CSIC).
El estudio, que publica este martes ‘Journal of Mammalogy’, aporta evidencias por primera vez de que además de comunicarse a través de señales químicas, los osos realizan señales visuales arrancando la corteza de ciertos árboles para comunicarse.
El estudio, en el que también participan la Estación Biológica de Doñana (EBD) y el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (IMIB), pone de manifiesto que las señales visuales las realizan exclusivamente lo machos adultos y únicamente están vinculadas con las necesidades reproductivas de la especie.
Tales marcas facilitan a los osos la localización de las áreas reproductivas de la especie, algo que es crucial para el éxito en la conservación.
El equipo de investigadores trabajó con las poblaciones de oso pardo de la cordillera cantábrica con fotos y video trampeo y las imágenes obtenidas han permitido analizar el comportamiento de varias decenas de individuos, entre ellos de los 13 machos adultos responsables de dejar marcas en los árboles.
El investigador del MNCN Vicenzo Penteriani ha explicado que durante mucho tiempo se ha considerado que la comunicación entre los mamíferos se limitaba esencialmente a señalización química y acústica.
Además, añade que este trabajo experimental ofrece pruebas de la existencia de un nuevo canal de comunicación para la especie: la señalización visual mediante la eliminación de parte de la corteza del tronco de árboles especialmente visibles.
En concreto, el trabajo concluye que los machos adultos marcan los árboles durante la época de reproducción arrancando su corteza con arañazos y mordiscos y estas marcas visuales parecen tener un significado muy específico, ya que solo las realizan los machos adultos durante la época de celo.
El equipo apunta a que podrían proporcionar información como el tamaño del individuo, que al final es una forma de explicitar el estatus de dominancia de cada macho en busca de oportunidades de apareamiento. Se trata de una información que complementa la que aportan las señales químicas que ya se conocían.
«Conocer el significado de esta forma de comunicación no solo representa un avance en nuestra comprensión de la comunicación animal, sino que también puede servir para localizar fácilmente las zonas frecuentadas por los osos durante la época de celo. Una información crucial para los planes de conservación y gestión de la especie», zanja Penteriani.