Cáritas Española atendió en 2023 a 68.065 personas a través de sus programas de empleo, un 4,7% más que en 2022 (64.865) y de todas ellas, 13.266 lograron acceder a un puesto de trabajo, según los datos del informe anual de Economía Solidaria, presentado por la confederación con motivo del Día Internacional de los Trabajadores, que se celebra el próximo 1 de mayo.
«En Cáritas apostamos por la economía solidaria, abogamos por la necesidad de un cambio de modelo, un modelo económico que tenga valores en todo su espacio», ha asegurado la coordinadora de Economía Solidaria de Cáritas Española, Ana Heras, en la presentación del informe que ha tenido lugar en la planta de reciclaje de residuo textil de Moda Re-, en Valencia.
Además, Cáritas dedicó el año pasado 136,8 millones de euros, una «cifra récord», a todas sus iniciativas de economía solidaria (programas de empleo, empresas de inserción, comercio justo), un 16,4% más que el año anterior (19,2 millones de euros más). De ese total, 35,3 millones fueron destinados concretamente a itinerarios de inserción sociolaboral que incluyen orientación laboral, intermediación con empresas y formación y, más de 100 millones a Economía Social.
En concreto, en 2023, Cáritas contó con 68 iniciativas relacionadas con empresas de inserción, centros especiales de empleo y empresas sociales, que generaron 3.141 puestos de trabajo, de los que 2.348 fueron ocupados por personas en situación de exclusión. La mayoría de sus 265 líneas de negocio están relacionadas con la actividad textil, la gestión ambiental y de residuos, limpieza, transporte y mensajería y restauración.
En cuanto al perfil de los participantes en los programas de empleo, el informe refleja que se mantiene en cifras similares a años anteriores: la mayoría son mujeres (64%), de más de 45 años (39%), con estudios básicos (37%). Las personas procedentes de países no comunitarios son superiores a las nacionales (56%) y han crecido un 4% respecto al 2022.
Durante el año pasado, Cáritas invirtió en acciones que generan empleo protegido (empresas de inserción, centros especiales de empleo y empresas sociales) más de 100 millones de euros, 19 más que el año anterior. De este importe, el 85% procedió de la facturación por ventas, que fue de 85,8 millones de euros.
Por su parte, las acciones de comercio justo desarrolladas en 23 Cáritas diocesanas supusieron además una inversión de 650.819 euros, de los que se lograron recuperar 589.587 de la facturación por venta de productos (91%). Esta red cuenta con más de 18 tiendas y 62 puntos de venta repartidos por toda España.
Cáritas apuesta además por un modelo de finanzas que va más allá de la rentabilidad económica. Dentro de esta línea de trabajo, un total de 43 entidades colaboran entidades financieras que hacen compatibles la rentabilidad económica con la consecución de objetivos sociales y medioambientales.
PIDE «LA IMPLICACIÓN DE TODOS Y TODAS» PARA AVANZAR
«Sabemos que seguimos teniendo muchos retos por delante y para poder seguir avanzando en esta línea necesitamos la implicación de todos y todas», ha asegurado Heras. En este sentido, ha expuesto que «muy especialmente» se necesita la implicación de las administraciones públicas, así como del tejido empresarial y la colaboración de todas las personas «en general». «Necesitamos ser conscientes de la importancia que tienen nuestras decisiones cotidianas a la hora de comprar, de consumir, para que estas decisiones se conviertan también en oportunidades regales de empleo», ha concluido.
Entre las empresas de inserción laboral, destaca Moda re-, una cooperativa de iniciativa social pionera en el tratamiento del residuo textil que está enfocada a la generación de empleo inclusivo.
Según ha explicado el gerente de Moda re-, Manuel León, está integrada por 48 Cáritas diocesanas de toda España y en ella trabajan más de 1.400 personas. Además, ha apuntado que la empresa recoge más del 40% de todo el residuo textil que se genera en España. En concreto, ha indicado que son cerca de 44 millones de kilos.
«El sector está avanzando mucho, las grandes marcas también ya han puesto el foco en esto, y esto en cierta medida es gracias también un poco a una labor», ha recalcado León.
La directora de Cáritas Valencia, Aurora Aranda, ha subrayado en su intervención que no trabajan con estadísticas, sino que lo hacen acompañando a personas a través de proyectos que ponen a las personas en el centro de la actividad económica y que, además, buscan «facilitar su acceso a un trabajo digno».
«ESTABILIDAD ECONÓMICA» Y «TRANQUILIDAD»
Igualmente, Aranda ha recalcado que detrás de las cifras «hay muchas personas, historias de vida, nombres y rostros concretos». Uno de ellos es Tarik, un marroquí de 62 años que llegó a España en 2005. Según cuenta él mismo, lleva un año trabajando en el equipo que clasifica manualmente grandes volúmenes de prendas por composición de fibras y llegó a Moda re- derivado del Programa de Personas Sin Hogar de Cáritas de Valencia. También agrega que su puesto actual le ha dado «estabilidad económica» y «tranquilidad». «Tengo un alojamiento y puedo comprar comida que me apetece a mí y no ir a ONG para que me den un bocadillo», cuenta.
Por su parte, Georgina es de la República Dominicana, tiene 44 años y lleva en España desde hace 26 años. Ella trabaja de técnico de calidad en la planta, tras realizar un proceso de inserción de tres años y adquirir las competencias necesarias. «Me ha valido para crecer personalmente. La persona que entró entonces no es la misma que está hablando ahora. He crecido profesional y personalmente. He aprendido muchísimo aquí», explica.
Asimismo, Dawda tiene 22 años, es de Gambia y lleva cuatro años en España. En su caso, trabaja desde hace casi un año en Arropa, la empresa de inserción de Cáritas Valencia encargada de la recogida y reutilización de la ropa de segunda mano, como peón de recogida. «Cáritas nunca me ha abandonado», asegura para añadir que está «muy agradecido».
Finalmente, Yulieth es una joven colombiana que trabaja como dependienta en una de las tienda de Moda re- en Valencia. Según precisa, lleva en España desde hace tres años y quiere seguir en su puesto de trabajo una vez acabe su proceso de inserción. También añade que compra en el local gente de todas las edades y que la ropa de segunda mano que venden es moda que «se está imponiendo».