Manuel Lombo sigue creciendo, haciéndose grande. Porque no conformarse es siempre un triunfo y el sevillano -que tiene en Dos Hermanas su casa natal- está siempre en continua ebullición. Vive en un frenesí consciente en el que los sueños cumplidos se engarzan con metas por conquistar. Y esa suerte de urgencia por no perderse nada de todo lo mucho y bueno que ofrece la vida le ha llevado ahora a presentar en Canal Sur Televisión un programa que presta su nombre a estas líneas.
Es un recorrido musical y sentimental, que no sentimentaloide, por Andalucía. Por ese mapa de almas entregadas a la causa de conformar la geografía del arte y la verdad. Bulerías, seguiriyas, soleás, sevillanas, tangos, tientos, alegrías y copla, mucha copla, que -bien lo sabía Manuel Machado– “a todos nos han cantao, en una noche de juerga, coplas que nos han matao”. Y amigos, muchos amigos, porque la vida -los gozos que van por fuera y las procesiones que suelen ir por dentro- se celebra con cante y con él marida la amistad.
Se va consolidando su audiencia, semana tras semana, de la misma forma en que Lombo suma adeptos y adictos a su causa porque quien le conoce sabe que, si hace algo, estará bien hecho. No van con él medias tintas ni parches. Todo es de una pieza y tiene un sentido y un porqué. Su vida y trabajos poseen la solidez de lo puro, la categoría de lo auténtico.
Cada encuentro con Manuel es un momento para el recuerdo. Se trata de esas personas que tienen la capacidad de convertir lo sencillo en extraordinario. Como una inolvidable noche de villancicos en Fuentes de Andalucía, otra de primavera en la que me redescubrió Sevilla a bordo de su moto o aquella con nuestro querido David Fandila El Fandi –Granada, siempre Granada- en la jerezana Feria del Caballo. Sin embargo, su éxito es rosa y látigo para quienes contamos con el privilegio de su amistad porque nos alegramos con su felicidad pero su agenda nos condena a repetir, una y otra vez, que “tenemos que vernos más”.