Nueve de cada diez hombres jóvenes consultados creen que la pornografía es fiel a la sexualidad real, frente al 42% de las mujeres y dos de cada tres chicos y chicas creen que verla no tiene ningún efecto negativo y solo un 16% creen que puede generar violencia contra las mujeres.
Estos datos se desprenden de un estudio realizado con alumnado universitario de 18 a 26 años incluido dentro de la publicación ‘Pornografía y educación afectivosexual’ de la Editorial Octaedro, presentada este martes.
La nueva investigación en la que colaboran las universidades de Illes Balears y Santiago de Compostela, con la red de ONG Jóvenes e Inclusión y el Centro FAIA de investigación, muestra nuevos datos para entender cómo el modelo de la nueva pornografía se ha colado en la vida sexual de los y las jóvenes. La clave es que se asoman a ella sin empatía ni conciencia crítica, en parte por haber tenido una educación afectivo sexual precaria.
El acto de presentación ha tenido lugar con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, que se celebra cada 25 de noviembre, y ha contado con la participación de Carlos Rosón, presidente de la red Jóvenes e Inclusión y co-coordinador de la publicación; Esther Torrado, profesora de la Universidad de La Laguna; Teresa Facal, directora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidade de Santiago de Compostela; y Lluís Ballester, profesor doctor de la Universitat de les Illes Balears y también coautor.
Dos de cada tres chicas y chicos universitarios consultados en el estudio creen que ver pornografía no tiene ningún efecto negativo. Aunque un 70% sí han detectado algún tipo de violencia en sus contenidos, solo un 16% piensan que puede generar violencia contra las mujeres.
Sin embargo, en la Nueva Pornografía Online (NPO) caben todo tipo de prácticas sexuales, desde las más convencionales hasta las de gran riesgo o directamente ilegales. Y su consumo no deja de aumentar: el portal pornográfico más visitado del mundo registra 3 millones de visitas por hora y mueve cada día 8 veces más volumen de datos que Facebook. Según datos de este mismo portal, el tráfico diario aumentó en España más de un 60% durante los primeros días de confinamiento el pasado mes de marzo.
El estudio presentado este martes muestra que detrás de este aumento está el fenómeno de la desconexión empática: un apagado de la conciencia que permite ver contenidos vejatorios sin cuestionarlos moralmente. Esta desconexión es tanto emocional como cognitiva: lo toman como una ficción y eso les permite proteger su conciencia.
Esta percepción es, además, muy difícil de cambiar: un programa posterior de sensibilización de un mes de duración no logró modificar sustancialmente su percepción ni hábitos de consumo.
El consumo frecuente de la nueva pornografía online se asocia a creencias que justifican su consumo, más arraigados entre los varones. Así, nueve de cada diez hombres consultados creen que el porno es fiel a la sexualidad real y que los hombres están más interesados por el sexo que las mujeres, entre otros mitos.
También se verifica que la nueva pornografía es el modelo de sexualidad que cada vez más chicos jóvenes buscan replicar, trasladando conductas de riesgo y violentas propias de estos contenidos a sus propias relaciones sexuales.
Las conductas más frecuentes son el sexo sin preservativo –55,6% de hombres por un 24,4% de mujeres–, el sexo en grupo (–18,5% de hombres por un 6,7% de mujeres– y grabar en video a otras personas –13% de hombres por 0% de mujeres–. Además, un 11% de las mujeres afirman haber recibido violencia (asfixiar, pegar, escupir, etc) de alguna pareja sexual. Asimismo, un 5,6% de hombres afirma haber pagado por tener sexo después de ver pornografía.
CLAVES PARA UN NUEVO MODELO DE EDUCACIÓN AFECTIVO SEXUAL
La educación sexual que han recibido una gran mayoría de chicos y chicas no les ha servido para resolver sus dudas o compensar lo que internet les ofrece. Solamente dos de cada diez jóvenes consideran satisfactoria la educación afectivo sexual que han recibido. Además, un análisis realizado por comunidades autónomas demuestra que España se está quedando atrás. La educación sexual sigue por lo general enfocada en anatomía, enfermedades de transmisión sexual y salud reproductiva.
Asimismo, el aumento de conductas sexuales violentas y de riesgo hace muy urgente la implantación de un nuevo modelo de educación afectivo sexual.
Ante esta situación, los autores del libro proponen un decálogo de claves para ello, elaborado tras consultar unas 300 publicaciones especializadas y contrastado con una treintena de expertos
internacionales.
En primer lugar, consideran que la educación sexual debe implantarse en el currículum ya en Educación Infantil y hasta la etapa universitaria y ven imprescindible implicar a las madres y padres, desarrollar programas que les permitan mejorar sus competencias; y contar con profesorado y personal sanitario formado específicamente para ello.
Asimismo, la educación sexual tiene que tener en cuenta las investigaciones realizadas sobre cultura de pantallas y desconexión empática y es necesario seguir investigando para generar programas basados en evidencia y contar con materiales didácticos testados, eficaces y de calidad.
Se recomienda además crear una ponencia jurídica y social para estudiar posibles limitaciones a la nueva pornografía.
Así, y como resultado de todo lo anterior, ven «urgente» un pacto de Estado que cuente con el consenso de las fuerzas políticas para implantar la educación sexual en el currículum escolar desde la etapa infantil; con carácter universal y obligatorio; de forma transversal y adaptada a la edad; basada en el conocimiento científico; orientada a crear relaciones afectivas y una sexualidad sana; con enfoque co-educativo y de género; y que fomente un clima de respeto y valoración de las diferencias.