Las ONG han denunciado, con motivo del Día Mundial contra la Trata de Personas que se celebra este 30 de julio, que la trata sigue siendo un fenómeno «invisible» a pesar de afectar a más de 21 millones de personas en el mundo, sobre todo a mujeres y niñas migrantes.
Por ejemplo, Cruz Roja Española atendió en 2020 a 700 personas en situación de trata en su mayoría mujeres (84%) y niñas y niños (8,5%). Del total, el 80% lo fueron con fines de explotación sexual (564) y el 5% laboral. Las nacionalidades mayoritarias fueron personas procedentes de Colombia (120), Nigeria (92), Costa de Marfil (53) y Rumanía (47).
«Uno de los factores con mayor impacto en la trata es la desigualdad en el acceso a derechos y recursos entre mujeres y hombres; otros factores relevantes son la demanda y la tolerancia social hacia situaciones como la mendicidad, la prostitución o la precariedad asociada a determinados puestos de trabajo», explica la responsable de la Unidad de Protección a Personas en Situación de Trata en Oficina Central de Cruz Roja Española, Rosa Flores.
Ante esta situación, desde la ONG agradecen el impulso que se ha iniciado este año en relación a una Ley Integral que proteja a todas las personas en situación de trata.
Dentro de las recomendaciones que Cruz Roja ha presentado durante el periodo de consulta, piden que contemple todas las finalidades de la trata (explotación sexual, laboral, órganos, actividades delictivas, matrimonios forzados) y que incluya a todas las personas afectadas, independientemente de su edad, sexo, género e identidad sexual, nacionalidad y situación administrativa.
AUMENTA DURANTE LA PANDEMIA
Sobre el modo en que la pandemia ha podido afectar a este fenómeno, la ONG de la Iglesia católica Manos Unidas ha denunciado que la trata ha aumentado durante la emergencia sanitaria y ha alertado de que muchas de las víctimas potenciales están ahora más lejos de los mecanismos de prevención y apoyo, lo que complica su identificación y rescate.
Según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en 2018, 148 países detectaron alrededor de 50.000 víctimas de trata, aunque el número real de personas afectadas es mucho mayor, dada la naturaleza oculta de este delito, según precisa la organización.
El informe muestra que los traficantes se aprovechan especialmente de los más vulnerables, como los migrantes, las personas sin trabajo y los menores de edad. En el caso de los niños y niñas, su presencia entre las víctimas de trata se ha triplicado en los últimos 15 años y las niñas son tratadas principalmente con fines de explotación sexual mientras que los niños son utilizados para trabajos forzados, según añade.
Manos Unidas pone el ejemplo de la ciudad costera de Zamboanga, la sexta ciudad más poblada de Filipinas, cuyo puerto internacional supone la «puerta trasera» para la trata de personas en el continente asiático.
Según detalla, aproximadamente 8.000 víctimas de trata han sido rescatadas en el puerto internacional de Zamboanga desde 2011, de las que 300 eran menores de edad, principalmente niñas.
En este contexto, Manos Unidas colabora desde hace más de 10 años con la ONG Katilingban Sa Kalambuan Org. Inc. (KKI), que puso en marcha en 2008 el Tanglaw Buhay Center, un centro de acogida y reinserción de niñas víctimas de tráfico y violencia sexual, que ha logrado reintegrar en la sociedad a más de 350 niñas.
«Suelen ser chicas jóvenes, y también niñas, que vienen de hogares rotos o con escasos recursos económicos, bajos niveles educativos y cuya biografía está marcada por la violencia física, psicológica o sexual. En algunos casos, es en el seno de la familia donde se cometen los primeros abusos», revela la directora del Tanglaw Buhay Center, Marcelina Carpizo.
La pobreza generalizada y la persistencia del conflicto armado en numerosas zonas del país son factores que alimentan la trata. Otras causas son la discriminación de género, las secuelas de la guerra, la falta de información y educación y la corrupción oficial, según añade.
Además, advierte de que en estos tiempos de crisis, la ciberprostitución se consolida como una nueva forma de abuso y un grave riesgo para los niños y niñas de familias empobrecidas.
Por otro lado, la ONG también denuncia que mujeres y niñas migrantes venezolanas son un objetivo cada vez más recurrente para las redes de trata con fines de explotación sexual en Colombia, una situación que «no es nueva, pero sí se ha agudizado como consecuencia de la diáspora constante de venezolanos que cruzan la frontera con Colombia».
COMBATIR LA CORRUPCIÓN
Por otro lado, desde la Fundación de la cooperación española para la mejora de políticas públicas en el mundo (FIIAPP) recuerdan que el combate no es solo contra proxenetas y grupos criminales, y denuncian que también hay «corrupción de funcionarios públicos como policías, fiscales, agentes migratorios o técnicos municipales», la parte «invisibilizada» de la trata, sobre todo en casos de explotación sexual.
FIIAPP pone el ejemplo de «un empleado corrupto que falsifica un documento de identidad para hacer pasar a una niña por mayor de edad; un guardia que facilita que los proxenetas y sus víctimas crucen ilegalmente las fronteras; un técnico municipal que otorga una licencia de hostelería a un prostíbulo, o un fiscal que avisa a grupos criminales antes de una intervención judicial».
«La trata de niñas y mujeres para ser explotadas sexualmente no sería posible sin la complicidad de empleados públicos que miran a otro lado, posibilitan, facilitan, y a veces hasta controlan la actividad de los grupos criminales de trata. A cambio reciben cobros periódicos de dinero o la posibilidad de recibir favores sexuales por parte de las mujeres explotadas», denuncia la coordinadora de Gobernanza Democrática del Programa EUROsociAL+ en la FIIAPP, Sonia González.
Por ello, la Red de Fiscales contra la Corrupción y la Red TRAM de Trata de Personas y Tráfico Ilícito de Migrantes (ambas integrantes de la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos (AIAMP), la FIIAPP, y EUROsociAL han lanzado esta semana una campaña en redes sociales para sensibilizar sobre casos de corrupción concretos que facilitan la trata en América Latina.
LAS HISTORIAS DE LAS SUPERVIVIENTES
Una vez que consiguen salir de la situación de trata, las ONG ayudan a estas mujeres y niñas en su proceso de recuperación. Así, por ejemplo, desde la ONG evangélica Diaconía realizan proyectos en España como ‘Desactiva la trata’ para que las supervivientes puedan relatar sus historias y transmitir sus demandas y propuestas a los actores más relevantes en la lucha contra la trata en España.
En concreto, lo hacen a través de talleres y otras herramientas de expresión, respetando sus tiempos y protegiendo su confidencialidad, para que se sientan seguras y en confianza a la hora de contar sus historias.
Estos talleres se están desarrollando en Madrid y en ellos actualmente participan seis mujeres, que provienen de lugares como Costa de Marfil, Nigeria, Colombia o Marruecos. Sus franjas de edad están comprendidas entre los 19 y 43 años, y tres de ellas tienen hijos a su cargo. Junto con otras entidades como la Asociación Entre Mujeres y la empresa de inserción Soulem, trabajan para favorecer su participación y empoderamiento.