Pasa 20 años en la cárcel por un delito que cometió su hermano gemelo

Redacción

Kevin Dugar cerró los ojos al escuchar el eco de la puerta de su celda cerrarse una vez más. Hacía una década que estaba en una prisión de Illinois, enfrentando el peso de una condena injusta que le había arrebatado su libertad, su relación con su hija y los sueños de una vida mejor.

En 2013, cuando el otoño llenaba de frío las celdas, una carta inesperada cambió su vida: su hermano gemelo, Karl, admitía ser el verdadero responsable del crimen por el cual Kevin había sido sentenciado.

Kevin y Karl Dugar compartían mucho más que su apariencia idéntica. Crecieron en un vecindario empobrecido de Chicago, vistiendo igual y jugando a confundir a maestros y amigos. Eran inseparables, conocidos por su apodo común, “Twin”. “Siempre seremos uno”, solían decir de niños, pero esa promesa se desmoronó con el tiempo.

Durante su adolescencia, ambos cayeron bajo la influencia de las pandillas locales. Aunque Kevin intentó dejar atrás ese mundo peligroso, Karl se hundió aún más en la violencia. El 22 de marzo de 2003, esa desconexión entre sus caminos alcanzó un punto crítico cuando un miembro de una pandilla rival, Antwan Taylor, fue asesinado a tiros. Testigos describieron al tirador como un hombre vestido de negro que huyó hacia un parque cercano.

La investigación policial vinculó rápidamente el caso a los Vice Lords, la pandilla a la que Kevin había pertenecido. Aunque no había pruebas físicas, los testimonios de 2 testigos afirmaron que él era el responsable. Uno de ellos, Ronnie Bolden, aseguró poder distinguir entre Kevin y Karl, pero no conocía sus nombres reales. Las inconsistencias en los testimonios pasaron desapercibidas en el juicio, y en 2005 Kevin fue condenado a 54 años de prisión.

La batalla de Kevin por demostrar su inocencia

Desde el principio, Kevin sostuvo su inocencia. Los detectives le ofrecieron un acuerdo: confesar el crimen a cambio de una condena reducida. Sin embargo, él se negó rotundamente. “No voy a declararme culpable de algo que no hice”, declaró en reiteradas ocasiones. Pese a sus esfuerzos y los argumentos de su abogado sobre la falta de pruebas concretas, el jurado lo halló culpable.

Mientras Kevin cumplía su sentencia, Karl visitaba a su hermano en la cárcel. Aunque Kevin compartía con él los detalles de su caso, Karl guardó silencio sobre su propia responsabilidad. Pasaron 10 largos años antes de que Karl confesara la verdad en una carta enviada desde otra prisión.

La confesión que desafió al sistema judicial

“Hermano, soy yo el culpable. No puedo seguir viviendo con esto”, escribió Karl en la carta que Kevin recibió en 2013. En ella, admitía haber sido el autor del crimen que había destruido la vida de su hermano. Kevin quedó paralizado al leer las palabras que había esperado durante años. Pese a la conmoción, reunió el valor para pedirle a Karl que se entregara y testificara.

En 2016, Karl declaró en una corte que él era el responsable del asesinato. Sin embargo, su testimonio fue desestimado. Los fiscales argumentaron que Karl, quien ya cumplía una condena de 99 años por otro crimen, no tenía nada que perder al asumir la culpa. Incluso el juez expresó dudas sobre su credibilidad, citando el historial de los gemelos de intercambiar identidades para engañar a otros.

El caso de Kevin atrajo la atención del Centro de Condenas Injustas de la Universidad Northwestern. Un equipo de abogados y estudiantes de derecho tomó su caso, analizando las inconsistencias del juicio y la importancia de la confesión de Karl. Argumentaron que un jurado habría llegado a una conclusión diferente si hubieran tenido acceso a toda la evidencia.

Finalmente, en 2021, una corte de apelaciones concedió a Kevin un nuevo juicio, reconociendo que las circunstancias del caso merecían ser revisadas. Aunque esto no significó una declaración automática de inocencia, abrió la puerta para que Kevin pudiera recuperar su libertad.

El 25 de enero de 2022, Kevin Dugar salió de la prisión del condado de Cook después de casi 2 décadas tras las rejas. Aunque estar fuera de prisión es un paso hacia adelante, su camino está lejos de ser fácil. Actualmente, vive en un centro de transición, bajo estrictas condiciones, mientras espera una resolución final sobre su caso.

Kevin enfrenta el desafío de reconstruir su vida. Sueña con restablecer su relación con su hija, quien creció sin él, y encontrar una manera de sanar tras años de injusticia. “No guardo rencor hacia Karl. Es mi hermano. Él no es el culpable de que yo estuviera en prisión; eso fue el sistema”, dijo Kevin a The Guardian. Sin embargo, sus palabras cargan un peso emocional que refleja la complejidad de su situación.

Reflexiones sobre un sistema judicial imperfecto

La historia de Kevin Dugar no es un caso aislado. Resalta las fallas sistémicas de un sistema judicial que a menudo ignora evidencia crítica y se basa excesivamente en testimonios poco confiables. Además, subraya la importancia de iniciativas como los centros de condenas injustas, que trabajan incansablemente para corregir errores judiciales.

El caso también muestra el impacto devastador de las decisiones individuales en el contexto de una relación familiar cercana. Karl, al final, optó por confesar, pero solo después de años de silencio que condenaron a su hermano a una vida tras las rejas.

El futuro de Kevin sigue siendo incierto, pero su determinación por reconstruir su vida y mantenerse firme en su inocencia inspira a quienes luchan contra un sistema que, con demasiada frecuencia, falla a quienes más lo necesitan.

Las + leídas