Perder a la pareja por Covid-19 puede ser peor a nivel psicológico que si fallece por otras causas, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Penn State (Estados Unidos) y publicado en ‘Journals of Gerontology’.
En concreto, los expertos han descubierto que, si bien existen fuertes asociaciones entre la muerte reciente de un cónyuge y una salud mental más deficiente, tanto antes como durante la pandemia, las personas que perdieron a su pareja a causa del Covid-19 tenían más probabilidades de padecer síntomas de depresión y soledad que aquellas que las perdieron antes de que comenzara la pandemia.
«Estos riesgos se aplican a millones de personas en todo el mundo que han perdido a sus parejas. Junto con la evidencia que sugiere que aquellos que experimentan las tasas más altas de problemas de salud mental después de la muerte de un cónyuge también enfrentan los mayores riesgos de problemas de salud físicos posteriores, nuestro estudio subraya las ramificaciones de salud potencialmente significativas para quienes pierden a sus seres queridos a causa de la pandemia», han dicho los expertos.
Aunque perder a un cónyuge se ha relacionado con un mayor riesgo de problemas de salud mental y deterioro de la salud física, hasta ahora se sabía menos sobre si perderlo en un evento traumático como una pandemia planteaba riesgos más altos de lo habitual.
Para el estudio, los investigadores analizaron datos de 27 países durante dos períodos de tiempo diferentes: antes de la pandemia, de octubre de 2019 a marzo de 2020; y al principio de la pandemia, de junio a agosto de 2020. Los datos incluyeron información sobre la salud mental, incluidos los participantes que informaron sobre sus sentimientos de depresión, soledad y problemas para dormir.
También se recopilaron datos sobre si los participantes habían perdido recientemente a un cónyuge, cuándo ocurrió la muerte y si la muerte se debió a Covid-19. Si bien el estudio exploró específicamente los efectos de perder a un cónyuge, los investigadores creen que los hallazgos podrían extenderse a otras muertes experimentadas durante la pandemia, incluso si no fueron como resultado de la COVID-19.