La Fiscalía de Madrid solicita 29 años de prisión para un hombre que logró imprimir a la relación sentimental que mantenía con su pareja hasta el día de su asesinato una situación de superioridad y dominación, «creando en ella un verdadero y absoluto clima de terror y opresión ante el comportamiento violento y agresivo».
El juicio arrancará el próximo lunes en la Audiencia Provincial de Madrid. El represente del Ministerio Fiscal le imputa los delitos de asesinato, lesiones y maltrato habitual.
En su escrito, el fiscal afirma que el acusado ocasionó la muerte de su pareja «atendiendo al hecho de ser mujer» al no aceptar los reproches por su comportamiento, «y al no respetar que le llevaran la contraria, como parte del control y de la posición de dominación que ejercía desde el inicio de la relación».
El acusado inició en mayo de 2017 una relación sentimental con su pareja sin llegar a convivir juntos de manera «estable». Durante años se veían en bares u hoteles de Madrid «encontrándose ella casada con otro hombre con el cual residía en la misma ciudad».
Sin embargo, en noviembre de 2018 T. J. R. trasladó su residencia al municipio de Madrigal de la Vera (Cáceres) y de vez en cuando regresaba a Madrid para ver a su pareja. Mientras, un mes más tarde M. P. C. P. se divorció de su marido y en enero de 2019 adquirió una vivienda donde llegaron «a pasar la noche juntos en varias ocasiones».
Durante ese tiempo, una sentencia, de fecha 13 de enero de 2020, condenó al acusado a seis meses de prisión por un delito de maltrato de obra en el ámbito familiar pese a que la mujer negó haber sido objeto de agresión física alguna por parte del acusado.
Ya en junio de 2019, cuando la pareja estaba en el interior del domicilio de ella y, «tras haber mantenido ambos relaciones sexuales», la mujer le dijo que era un «vago» y que buscara trabajo.
PALIZA A MANOS DE SU PAREJA
Ante esta circunstancia el acusado, «lleno de ira y cólera», bloqueó a la mujer contra el sofá y le propinó numerosos puñetazos «con extrema violencia» en la cara y en la cabeza, «descargando toda su rabia contra ella».
Presa del pánico que sentía hacia su pareja, puesto que ya le había agredido con anterioridad en otras dos ocasiones, la mujer acudió al día siguiente de la paliza al servicio de urgencias del Hospital La Paz, de Madrid, donde manifestó que había sido agredida en la calle por unos desconocidos.
De hecho, el 26 de junio presentó una denuncia en comisaría donde relataba que dos varones desconocidos la agredieron y la atracaron en un cajero. Esa misma versión fue la que ofreció a amigos y familiares cuando le vieron con la cara amoratada.
Sin embargo, dos semanas más tarde y dado que «no podía aguantar más la situación le confesó a su mejor amiga que, en realidad, había sido agredida por el acusado.
La noche del 14 al 15 de agosto de 2019, cuando el acusado se encontraba de nuevo en el interior de una de las habitaciones del domicilio de la víctima, dio comienzo una fuerte discusión al sospechar el hombre que ella le era infiel con otras personas, «prolongándose dicha discusión durante toda la madrugada».
En una hora no determinada, «aprovechando que ella había consumido abundantes bebidas alcohólicas así como abundantes sustancias estupefacientes tales como cocaína y se encontraba en un estado de baja alerta y muy debilitada», el acusado comenzó a golpearla «con extrema violencia y absoluta crudeza».
La Fiscalía afirma que el único de fin de la paliza era hacer sufrir a la mujer, que se encontraba consciente, «y de ese modo provocarle agonía». Así, le golpeó en la cabeza y en la cara, le colocó una mordaza con varios nudos muy apretados así como una cuerda alrededor del cuello.
LE CLAVÓ LA NAVAJA AL MENOS EN CINCO OCASIONES
Además, le clavó la navaja en al menos en cinco ocasiones en las zonas de cuello, tórax y abdomen, «aumentando así deliberada e innecesariamente el sufrimiento» y dejando su cuerpo tumbado boca abajo sobre un colchón de matrimonio.
Tras el asesinato el acusado llamó por teléfono a un compañero de trabajo a quien le pidió ayuda para deshacerse del cadáver. Ante su negativa, durante la madrugada del 16 de agosto T. J. R. abandonó el domicilio «después de lavarse y cambiarse de ropa» y llevándose consigo, entre otros objetos, el teléfono móvil de la víctima así como dos tarjetas bancarias de débito a nombre de ella y un juego de llaves del domicilio.
Finalmente fue detenido por agentes de policía el día 19 de agosto de 2019 a las 20. 35 horas en una vía pública de Madrid.
En el momento del fallecimiento, la víctima tenía 48 años y dejó como parientes más próximos a su hijo menor de edad fruto de una relación matrimonial anterior, a su madre y a su hermano mayor. En concepto de responsabilidad civil deberá abonar 350.000 a los familiares de la mujer, incluido su marido.