En la jerga popular hay un dicho referido a aquellas personas que son muy directas que ‘no tienen pelos en la lengua’. Sin ir más lejos existe una afección en la lengua, llamada lengua vellosa o pilosa, en la que pueden desarrollarse una especie de ‘pelos’ en la lengua.
La asesora de Medicina Oral en el Centro Odontológico Hospital San Rafael de Madrid y presidenta de la de la Sociedad Española de Medicina Oral (SEMO), la doctora Rocío Cerero Lapiedra, señala en una entrevista con Infosalus que en esta afección las papilas filiformes de los dos tercios anteriores del dorso de la lengua han crecido en exceso y/ o no se han desgastado lo suficiente.
«Aparecen mucho más largas dando aspecto de pelos y de ahí el nombre. Entre esas papilas excesivamente largas es más fácil que se acumulen restos alimenticios y proliferen en exceso bacterias y hongos», avisa.
ESTOS SON LOS SÍNTOMAS
¿Cómo detectarla? Esta odontóloga mantiene que normalmente no molesta y la lengua parece más blanca. En algunos casos, añade, se produce halitosis (mal aliento), así como una sensación de ardor, y un sabor metálico.
«Muchas veces se confunde con una candidiasis, que es una infección por el hongo cándida, que también produce lesiones blancas muchas veces en lengua (pero puede extenderse a otras zonas). No se debe confundir tampoco con la leucoplasia vellosa, que es otra lesión blanca también localizada en la lengua pero que tiene otra causa y otras características clínicas», precisa la presidenta de la SEMO.
Es más, la doctora Cerero sostiene que hay algunas ocasiones en las que esas papilas o ‘pelos’ de la lengua vellosa se tiñen de color marrón-grisáceo, e incluso negro, y nos encontramos con una lengua negra vellosa que llama mucho más la atención: «Se tiñen, ya sea por bacterias cromógenas o por tinciones externas como por ejemplo el tabaco, café, té, una mala higiene oral, o el uso continuado de productos con clorhexidina».
POR QUÉ SE PRODUCE
Continúa esta odontóloga con que la causa de la lengua vellosa es desconocida y probablemente se deba a muchos factores. «Aparece en personas, generalmente mayores de 60 años, y que tienen pocos movimientos linguales, como las personas que tienen dieta blanda o una alimentación parenteral, y no mastican, ni mueven los alimentos en la boca. Algunos fármacos, como algunos antibióticos, pueden predisponer a ello, aunque no está muy claro el mecanismo por el cual ocurre», asegura.
Hace referencia igualmente a la hiposialia o disminución de saliva, un factor que podría verse implicado en su desarrollo y, por tanto, los medicamentos esa disminución de saliva podrían favorecerla, así como la aplicación tópica de perborato y agentes oxidantes también lo puede producir.
¿ES UNA PATOLOGÍA FRECUENTE?
La doctora Cerero resalta que se trata de una patología más frecuente en varones y en personas mayores, aunque lamenta que muchas veces pasa desapercibida por lo que es difícil concretar la frecuencia con la que se produce.
Eso sí, remarca que se trata de un trastorno benigno que puede producir molestias estéticas o mal aliento, pero no es una patología importante, al tiempo que señala que es autolimitada.
«Es importante una buena higiene e hidratación oral en estos casos. En pacientes mayores y/o institucionalizados que no pueden cepillarse o limpiar las prótesis es indispensable que se les facilite esa higiene. Este tipo de pacientes son los más propensos por la edad, por el tipo de dieta que tienen y porque sus movimientos, incluidos los de la lengua, están limitados. Esa higiene debe incluir el cepillado lingual con un cepillo blando o un raspador lingual. Siempre con cuidado para no irritar la zona», aconseja.
Respecto a la hidratación, además de beber la suficiente cantidad de líquidos, esta odontóloga señala que puede estimularse la producción de saliva con varios productos que hay en el mercado, e incluso con caramelos de sabores frutales sin azúcar.
Ahora bien, precisa que se debe evitar el consumo de tabaco y moderar el alcohol y el café. «Si con estas medidas no es suficiente es necesario consultar con un profesional para que instaure otro tipo de tratamientos. En los casos en los que no es suficiente con ello, puede ser necesario emplear antifúngicos para tratar la posible sobreinfección o queratinolíticos tópicos como el ácido retinoico o la urea. Pero estos tratamientos los debe prescribir un profesional», sostiene la presidenta de la SEMO.