El último año y medio ha sido un terremoto para Twitter, ahora bautizada como X Corp (y sin pajarito) gracias a los delirios empresariales de Elon Musk y su voluntad mesiánica de hacer que el mundo doble el lomo ante él.
El magnate tiene cierta tendencia a mostrar una media de tres personalidades diarias. Si se levanta de buen humor, manipula el precio de una criptomoneda con un tuit críptico, a ver qué pasa. Si está de malas, como es costumbre, despide al 90% de su plantilla y dice que la sustituirá por robots (o, en su defecto, una roomba que pueda enviar correos electrónicos), aunque el capricho se le pase a los cinco minutos.
Musk no negoció la compra de la empresa en las mejores condiciones. Tuvo que desembolsar la friolera de 44.000 millones de dólares espara adquirir una de las redes sociales más utilizadas del mundo. Nada más sacar la chequera y endeudarse, arrasó con todo lo que pudo: un despido masivo de empleadas y un cambio de nombre que ha borrado para siempre la imagen del pajarito azul distintiva de Twitter.
La decisión de Musk parece tener que ver con la idea del rebranding total, como se deduce de unas declaraciones de hace unos meses, en las que llegó a sugerir que X tenía la intención de ser una red social ‘total’. Una clara referencia a WeChat, la app china que funciona como app de mensajería y servicios bancarios integrados en un mismo ecosistema.
En realidad, el rebranding de la marca del pajarito azul guarda relación con un viejo proyecto de Musk, X.com, un portal centralizado de servicios financieros que el magnate creó en 1999 y no terminó de despegar con su nombre inicial. Incluía todo lo que se le puede pedir a un sistema de transacciones en tiempo real: compras online, tarjetas de crédito, inversiones, préstamos y servicios bancarios a la carta. Musk opinaba así de su proyecto, mirando hacia el futuro (lástima que el futuro tuviera otros planes)
“Si se solucionan todas las razones por las que un consumidor retira dinero del sistema”, dijo, “X.com será el lugar donde esté todo el dinero, y eso la convertiría en una empresa multimillonaria».
Tras asociarse Musk con Confinity, una startup centrada en criptografía, X.com se convertiría finalmente en la multimillonaria Paypal, que Musk vendió por una suma considerable a Ebay en 2002. El magnate dueño de X no se quedó sentado. En cuanto pudo, se encargó de recuperar por todos los medios posibles el dominio de X.com, de la que dijo que tenía un gran valor sentimental.
Musk también habló hace unos meses del papel de Linda Yaccarino, su nueva CEO: liderar el avance de X hacia el futuro. Yacarino opinó sin desviarse ni una letra del guión diseñado por Musk para borrar por completo el recuerdo de Twitter y darnos la idea de que X es mucho más. “El estado futuro de la interactividad ilimitada, centrada en audio, video, mensajería, pagos/banca, creando un mercado global para ideas, bienes, servicios y oportunidades”.
No son los únicos cambios que el magnate ha introducido por decreto en su nuevo juguete: los retuits ahora se llaman repost, hay suscripciones de pago, checks azul (de pago también) y millones de usuarios odian la nueva marca o han migrado a Threads, la competencia directa creada por Meta para robarle un pedazo del pastel de usuarios.