El primer ministro de Portugal, António Costa, ha anunciado este jueves que el país volverá al estado de emergencia sanitaria a partir del primero de diciembre, como consecuencia del aumento significativo de nuevos contagios y con una incidencia que ya se sitúa en los 251 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días.
El anuncio de Costa trae consigo nuevamente la obligatoriedad de usar mascarillas en espacios cerrados, presentar certificados de vacunación o pruebas negativas de coronavirus para poder acceder a bares, restaurantes, espacios de ocio y eventos deportivos, además del control de las fronteras aéreas en las que se deberán presentar el pase sanitario.
«Estamos mejor que la mayoría de los países europeos, pero no estamos tan bien como queremos estar por eso este es el momento adecuado para comenzar a adoptar nuevas medidas, entre las cuales también están optar por el teletrabajo siempre que se pueda y realizarse auto pruebas de coronavirus.
Estas nuevas medidas están previstas que se mantengan en vigor hasta febrero del próximo año, con una semana de contención desde el 2 al 9 de enero de cara a la vuelta a las aulas un día después, en la que el teletrabajo será obligatorio y las discotecas permanecerán cerradas, ha explicado Costa.
Aunque la situación ha empeorado, tal y como ha reconocido Costa, ha destacado que podría haber sido peor si los portugueses no hubieran respondido tan bien como lo han hecho a la campaña de vacunación y por ello ha agradecido ese «esfuerzo y elevadísimo sentido cívico» que han mostrado sus compatriotas.
«Ser los más vacunados tiene consecuencias beneficiosas para todos nosotros. Gracias a una mayor vacunación, Portugal tiene un menor número de hospitalizados de los que se han registrado en otros países en unidades de cuidados intensivos y sobretodo ha habido menos muertos lo que significa que la vacunación ha salvado vidas», ha remarcado el primer ministro portugués.
El balance diario de la pandemia de COVID-19 en Portugal ha rebasado por segundo día consecutivo los 3.000 positivos, después de que el miércoles se registrasen los peores datos desde finales de julio y en pleno debate sobre la necesidad de adoptar nuevas restricciones que permitan contener la tendencia al alza de los contagios.
Portugal, que acumula más de 1,1 millones de positivos desde el inicio de la pandemia, se acerca ya a los 50.000 casos activos. La cifra de fallecidos se ha actualizado con 15 muertes más, mientras que los enfermos ingresados en cuidados intensivos son más de un centenar.
La región de Lisboa y Valle del Tajo, con 1.096 contagios adicionales, encabeza el balance de este jueves, por delante de la zona Norte, donde la Dirección General de Salud ha registrado otros 696 positivos, y de la parte Centro, donde se han notificado otros 696.
El Gobierno de Portugal ha recordado en estos últimos días la importancia de no bajar la guardia y seguir avanzando en la campaña de vacunación, si bien quedan por aclarar las medidas que adoptará el Ejecutivo de António Costa para contener la expansión del virus. Las autoridades han descartado un nuevo confinamiento, asumiendo que la situación no es tan peligrosa como en olas anteriores.
El presidente luso, Marcelo Rebelo de Sousa, ha considerado «una buena noticia» la autorización de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para que los niños de entre cinco y once años puedan recibir la vacuna desarrollada por Pfizer y BioNTech contra la COVID-19.