Este lunes a las 16.30 horas, poco después de consignar en el Juzgado el millón de euros de fianza que le ha impuesto la Audiencia de Barcelona para salir en libertad provisional hasta que su sentencia a 4 años y medio de cárcel por agresión sexual sea firme, Dani Alves abandonaba la prisión de Brians 2 después de 14 meses en prisión preventiva.
430 días después el futbolista salía por su propio pie del centro penitenciario acompañado por su abogada Inés Guardiola y lo hacía serio, con la cabeza alta, un look casual -compuesto por vaqueros, mocasines de suela ancha y cazadora verde militar- y sin ninguna bolsa en las manos, puesto que ha regalado toda su ropa y objetos personales a los presos de su módulo. Además, a nadie le pasó inadvertido que continúa llevando la alianza de casado a pesar de que Joana Sanz tendría bastante claro (por lo menos hace un tiempo) que no quería seguir adelante con su matrimonio.
De la cárcel, Alves se dirigía directamente a su impresionante mansión en Esplugues de Llobregat -valorada en 5 millones de euros y donde actualmente reside la modelo- donde entraba rodeado por una nube de cámaras sin hacer ningún tipo de declaración sobre su recién obtenida libertad.
En su casa le esperaban algunos familiares -como su madre y su hermano Ney, dos de sus grandes apoyos durante el último año-, amigos -Bruno Brasil y su primera abogada, Miraida Puente, que entraban en coche al domicilio por la puerta trasera- y, podría que Joana Sanz.
La modelo, que no se ha dejado ver desde que la Audiencia de Barcelona concedió la libertad provisional bajo fianza a su marido e incluso llegó a eliminar su cuenta de Instagram para evitar los comentarios -aunque ya vuelve a estar activa- recibía un gran ramo de flores multicolores minutos después del regreso de Dani a casa. Y se ha especulado con que este detalle podría ser del propio futbolista, que habría querido agradecer a su mujer su apoyo en estos momentos en los que, lejos de darle la espalda, incluso declaró a su favor en el juicio.
No son flores lo único q llegó a la residencia de Alves en su primera tarde de libertad, ya que poco después un repartidor de un conocido restaurante cuya especialidad son las hamburguesas timbraba al telefonillo con dos bolsas de tamaño considerable. Es decir, lejos de tener antojo de comida japonesa, mexicana o brasileña, por decir algo, el jugador ha elegido la comida rápida por excelencia para disfrutar de su primera comida -más bien merienda- fuera de prisión.