El Real Madrid no podrá revalidar la Supercopa de España tras caer este jueves ante el Athletic Club (1-2) en la segunda semifinal del torneo, disputada en La Rosaleda de Málaga, por los goles de Raúl García en la primera mitad y la enorme resistencia bilbaína del segundo acto, cuando los blancos estuvieron muy cerca del empate.
El equipo de Zinédine Zidane tiró de arrojo y se quedó sin tiempo. Parecía el inicio de una remontada épica el gol de Benzema a 15 minutos para el final, pero los vascos aguantaron con empaque, con el nuevo molde de Marcelino García Toral y con la intensidad que habían disipado en muchas fases de esta temporada. El ejercicio de presión del Athletic fue brillante al comienzo y ahí encontró su éxito.
Esa fue -seguramente- una de las principales claves del triunfo bilbaíno. Los ‘leones’ asfixiaron al 13 veces campeón de Europa en la salida y aprovecharon a la perfección los errores en defensa, concretamente de Lucas Vázquez que no tuvo su día. El de Curtis fue el origen del 0-1 cuando se equivocó en una entrega que capturó Dani García y éste, con mucha solvencia, puso en franquicia a su tocayo de apellido.
Por allí apareció Raúl García, al que no le habían dejado jugar en Valdebebas hace un mes por una rigurosa expulsión, y quien se cobró su particular revancha. El navarro dejó correr el balón y al primer toque ajustó al palo largo con la pierna derecha. Un gol de muchos quilates que avisaba al Madrid, perdido entre pases de Hazard e indecisiones de Marco Asensio. El belga sigue desnortado, lejos de su fútbol más notable, y el balear sólo se entonó en la segunda parte.
El Athletic olió sangre y no lo dudó, se lanzó al cuello del Real Madrid con más ocasiones y más mordiente. Eso que nunca le debería faltar al vigente campeón de Liga. Sin embargo, un penalti infantil de Lucas Vázquez sobre Íñigo Martínez dio licencia a los rojiblancos a colocar el 0-2, una soga al cuello de su oponente, otra vez apretada por Raúl García, antes de enfilar la bocana de vestuarios.
Zidane, muy enfadado al descanso, cambió la cara al equipo, más con sus palabras que con sus actos, porque no tocó una sola pieza del once a excepción del lesionado Varane por Nacho. Sin embargo, una vez superado el susto de Muniain con un cabezazo, apareció la mejor versión de los blancos, liderados por Benzema -ahora más metido en el área- y dos zarpazos de Asensio, ambos a la madera.
La frustración fue creciendo con el paso de los minutos, sobre todo porque el Real Madrid generaba ocasiones y achicaba a su rival, pero el palo y el larguero repelieron los dos cañones del jugador mallorquín. Sólo la luz que irradia Benzema permitió soñar a los suyos con el 1-2 a menos de cuarto de hora para el final. Eso sí, con la emoción del VAR mediante.
El árbitro anuló el gol por fuera de juego, pero las cámaras demostraron la correcta posición del francés. El Real Madrid aumentó su fe, pero perdió el orden y dejó creer al Athletic, que inclusó perdonó el tercero en un mano a mano de Villalibre, recién entrado, que sacó Courtois con dotes de gigante. Todo encajaba en el guion de la épica merengue, pero esta vez no salió cara.
Le tocó la cruz a un Real Madrid que jugó con fuego y se quemó, a un equipo que no estuvo a la altura y que pagó la valentía del Athletic, justo merecer del pase a la final. Los vascos volverán a pelear por la Supercopa, un título que ya han conquistado en dos ocasiones, la última en la temporada 2015/16, precisamente ante el FC Barcelona, su rival este domingo (21 horas).