El funeral de Estado en memoria de Isabel II y el posterior entierro de la difunta reina simbolizarán el ultimo adiós de Reino Unido a quien ha sido su máxima institución desde 1952. La era isabelina tendrá su final definitivo con este funeral tras la multitudinaria asistencia a la capilla ardiente en el Palacio de Westminster y en una ciudad blindada.
Isabel II murió el 8 de septiembre en su castillo de Balmoral (Escocia), después de que su salud se viese resentida en estos últimos meses y apenas dos días después de nombrar primera ministra a la conservadora Liz Truss. La reunión entre ambas fue la última imagen pública de la reina.
Habían pasado 70 años desde el fallecimiento del anterior rey, Jorge VI, y aunque la mayor parte de la ciudadanía no vivió lo fastos de entonces, el Gobierno y la Casa Real contaban con un protocolo detallado que determinaba qué hacer en los diez días posteriores a la muerte de Isabel II.
Ni el Gobierno, encabezado por Truss, ni el nuevo rey, Carlos III, se han salido del guion, lo que ha permitido ver al monarca hacer una gira por todos los territorios que conforman Reino Unido y establecer de forma organizada el traslado de los restos de Isabel II, primero a Edimburgo y luego a Londres.
El protocolo concluye al décimo día con un funeral de Estado que arrancará una vez haya cerrado la capilla ardiente habilitada desde el miércoles en la sede del Parlamento. La sala se cerrará a las 6.30 horas (7.30 en la España peninsular) de este lunes.
Unas cuatro horas después, a las 10.35, está previsto que miembros de la guardia real vuelvan a coger el féretro para trasladarlo, a bordo de nuevo de un carro de armas, hasta la abadía de Westminster, en el inicio de un breve cortejo fúnebre.
Detrás del féretro avanzarán a pie el rey Carlos III y otros miembros de la familia real, tal como ya ocurrió el miércoles con el traslado del ataúd desde el Palacio de Buckingham hasta Westminster y, previamente, en la capital de Escocia.
La procesión concluirá a las 10.52 horas, momento en el que el cortejo entrará en la abadía de Westminster, donde ya estarán todos los invitados. Las puertas del templo se abrirán a las 8.00 y está previsto que asistan unas 2.000 personas, si bien el Gobierno no prevé divulgar una lista oficial de invitados.
Entre quienes han confirmado asistencia están los Reyes Felipe y Letizia, así como la totalidad de las casas reales europeas y líderes de la Commonwealth y de otros países que se sienten especialmente cercanos a Reino Unido, por ejemplo el estadounidense Joe Biden o el francés Emmanuel Macron. En representación de la UE acudirá la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.
El reparto de invitaciones ha correspondido al Gobierno británico, que se ha reservado el derecho de vetar a ciertos países atendiendo a criterios políticos. No pueden acudir Rusia, Bielorrusia, Birmania, Afganistán, Venezuela y Siria, mientras que países como Irán o Corea del Norte sí podrán enviar a alguien, pero a nivel de Embajada.
LA ABADÍA DE WESTMINSTER COMO SÍMBOLO
La elección de la Abadía de Westminster como escenario del funeral ya es en sí mismo un símbolo, puesto que el templo no acoge un acto de este tipo desde 1760, tras el fallecimiento de Jorge II. La propia Isabel II habría elegido esta abadía, que ya fue testigo de su boda y de su coronación, para facilitar una asistencia masiva.
El funeral tras la muerte del marido de Isabel II, el príncipe Felipe, se celebró en la capilla de San Jorge, en Windsor, en un ambiente íntimo, aunque sí se organizó una misa posterior en la Abadía de Westminster a la que asistió la entonces reina. Su imagen solitaria por las restricciones de la pandemia de COVID-19 dio la vuelta al mundo.
Sí se celebraron en Westminster, en cambio, los funerales de la madre de Isabel II, en 2002, y de la princesa Diana, en 1997, a pesar de que esta última ya no estaba casada por entonces con el ahora rey.
TRASLADO A WINDSOR
El funeral de Isabel II concluirá con dos minutos de silencio que se hacen extensibles a todo el país, como un último acto antes de que se inicie un nuevo cortejo fúnebre a la salida de la Abadía de Westminster. Los miembros de la familia real acompañarán de nuevo el féretro, en este caso hasta el Arco de Wellington, donde estará esperando el coche fúnebre.
Pasadas las 15.00 horas, el convoy llegará a Windsor y, poco antes de las 16.00, el féretro con los restos de Isabel II será aupado de nuevo para introducirlo en la capilla de San Jorge. El deán de Windsor oficiará un servicio religioso, en presencia de unas 800 personas.
El entierro tendrá lugar a las 19.30 y el Gobierno ha especificado que será una ceremonia privada. Los restos de Isabel II reposarán junto a los de su marido, el príncipe Felipe, que falleció en abril de 2021 y fue inhumado inicialmente en una sepultura provisional a la espera del fallecimiento de la reina.
DESAFÍO DE SEGURIDAD SIN PRECEDENTES
La capital británica ha sido durante estos últimos días una ciudad parcialmente paralizada en su zona centro por las colas masivas para entrar a la capilla ardiente. Miles de policías han vigilado el correcto desarrollo de una espera que, para algunas personas, ha supuesto estar prácticamente un día a la intemperie.
La Policía Metropolitana tiene asumido que el funeral de Estado será «el mayor evento único» a nivel de fuerzas de seguridad que se haya celebrado nunca en Londres. El subcomisario de Scotland Yard, Stuart Cundy, ha reconocido que los desafíos a nivel operativo son «enormemente complejos», superiores a los de los festejos por el reciente Jubileo de Diamante de Isabel II o incluso de los Juegos Olímpicos de 2012.
Las autoridades han instado a los ciudadanos a limitar sus movimientos este lunes, ya que varias estaciones de metro permanecerán cerradas. Numerosas empresas han anunciado el cierre de tiendas y otros establecimientos este lunes, declarado día festivo por orden de Carlos III.
También se han anunciado incidencias en el tráfico aéreo coincidiendo con el funeral, lo que ha provocado que sólo en el aeropuerto de Heathrow, uno de los grandes aeródromos de Europa, se hayan cancelado más de un centenar de vuelos.