El experto en ADN y patologías del pasado del Instituto Max Planck y coautor del estudio, Johannes Krause, ha señalado en el informe que han hallado “una serie de factores de riesgo genéticos relacionados con enfermedades hepáticas”, además de “pruebas de una infección con el virus de la hepatitis B”, lo que, a su juicio, contribuyó a la muerte de Beethoven.
Una de las hipótesis más sólidas sobre su muerte apunta a la cirrosis, impulsada por la frecuencia con la que bebía vino, tal y como él recogió en sus Cuadernos de conversaciones y como prueba la autopsia. El científico de la Universidad de Cambridge y primer autor de la investigación, Tristan Begg, ha indicado que “si su consumo de alcohol fue lo suficientemente grande durante un período de tiempo suficientemente largo, la interacción con sus factores de riesgo genéticos presenta una posible explicación para su cirrosis”.
Beethoven podría no ser un Beethoven
Hay más. El estudio de los genes de Beethoven ha abierto una puerta que se ignoraba por completo. Al comprobar el cromosoma Y del músico, los expertos han constatado que no coincide con el de otros parientes con los que comparte, además de apellido, un ancestro paterno. La sospecha nace porque este cromosoma se transmite, exclusivamente, de padres a hijos.
Esta discrepancia en la genealogía de Beethoven solo tiene una explicación posible: al menos, hubo una paternidad extramatrimonial en la línea paterna del músico. Como únicamente se ha analizado a un individuo, no se conoce cuándo se produjo ni quién la protagonizó. Lo que sí se conoce ahora es que existe la posibilidad de que el famoso músico no fuera en realidad un Beethoven.