San Zósimo de Siracusa fue un obispo, nacido en la primera mitad del siglo VI. Desde que era muy pequeño, sintió la vocación eclesiástica, motivo por el que acabó ingresando en el monasterio de Santa Lucía. Allí, tras la muerte del abad, fue ordenado sacerdote y fue nombrado sucesor del religioso fallecido. Ocupó este cargo en la iglesia hasta su muerte.