Este martes 13 de agosto se cumplen 125 años del nacimiento de Alfred Hitchcock. Con fama de perfeccionista, neurótico y Edipo del celuloide, es considerado uno de los cineastas más influyentes de la historia del séptimo arte, con una monumental filmografía que incluye títulos como ‘Con la muerte en los talones’, ‘Los pájaros’, ‘La soga’ o ‘Psicosis’.
Reconocido inicialmente en su Reino Unido natal, en 1939 recibió un telegrama del productor estadounidense David O. Selznick, que le propuso marcharse a Hollywood, proponiéndole rodar un filme sobre el hundimiento del Titanic. Hitchcock cruzó el Atlántico y, aunque el proyecto no llegó a buen puerto, acabó adaptando una novela, ‘Rebeca’, que se convirtió en uno de sus largometrajes más reconocidos y con el que dio inicio a su etapa en los Estados Unidos.
En su etapa norteamericana rodó más de cincuenta filmes, además de una de las antologías televisivas más interesantes de la pequeña pantalla: ‘Alfred Hitchcock presenta’. Fue tras la férrea defensa de los cineastas de la Nouvelle Vague, encumbraron al cineasta británico como uno de los autores claves del séptimo arte, con Jean-Luc Godard, Franois Truffaut y compañía alabando al artesano del misterio en la revista Cahiers du Cinéma. Hasta ese momento, Hitchcock era considerado un efectivo realizador, pero no un creador de la dimensión y recocimiento del que goza actualmente.
El cine debe al británico el ‘mcguffin’, sus extravangantes giros argumentales, su gusto por los hipnóticos planos cenitales, los fugaces ‘autocameos’ y otras tantas obsesiones y argucias narrativas de las que el maestro del suspense se servía para sus producciones. Con fama de morboso, fetichista, misógino y obsesionado por cierta clase muy específica de mujer, que encarnaron en sus películas actrices como Kim Novak, Tippi Hedren o Grace Kelly.
Hitchcock logró que el público fuese fiel a su cine, sobrepasando la fama de las estrellas de sus filmes, provocando que los espectadores no fuesen a ver una película protagonizada por Cary Grant o James Stewart, sino un filme de Hitchcock. El era la gran estrella.
En el aniversario de su nacimiento, he aquí una selección de diez películas imprescindibles del maestro británico, en riguroso orden cronológico. Quizás no estén todas las que son, pero sí son todas las que están.
INOCENCIA Y JUVENTUD (1937)
Aunque no es una de sus películas más valoradas, ‘Inocencia y juventud’ destaca por una de las grandes escenas del director, clave además en su filmografía posterior. Sirviéndose de una grúa, la cámara responderá a la pregunta de los protagonistas, en busca del culpable del asesinato de una joven cuyo cadáver aparece en una playa.
Un extravagante movimiento que recorre dos estancias hasta, sin corte, pasar de un plano general a un plano detalle, es el que da respuesta. Un elaboradísimo arabesco formal que Hitchcock convertirá en una de sus muchas señas de identidad.
ALARMA EN EL EXPRESO (1938)
El punto de partida de ‘Alarma en el expreso’, una de las películas más socarronas de la etapa británica del director, es la paranoia que surge después de que una mujer note la desaparición de una anciana en el tren Transcontinental Express. Pero el resto de pasajeros afirman que esa mujer no existe, lo que dispara la sospecha de la joven a la que interpreta Margaret Lockwood.
REBECA (1940)
El recuerdo de un fantasma desemboca en la neurosis en ‘Rebeca’, una de las primeras películas que el director realizó en Estados Unidos. Laurence Olivier y Joan Fontaine dieron vida a Maxim de Winter y la que es su segunda esposa tras la muerte de Rebeca.
La nueva señora de Winter nunca tendrá nombre, una ingeniosa señal del director para destacar que la mujer más importante de la película es la que no está y da título al filme: Rebeca.
ENCADENADOS (1946)
‘Encadenados’ es, quizá, la muestra definitiva de la depuración estilística de Alfred Hitchcock. La película, ambientada tras la Segunda Guerra Mundial, narra la colaboración entre Alicia (Ingrid Bergman) y Devlin (Cary Grant) en Río de Janeiro para atrapar a Alexander Sebastian (Claude Rains), cerebro nazi en Brasil.
Y, al igual que ocurría con ‘Inocencia y juventud’, en ‘Encadenados’ el director se sirve de una grúa para pasar de un plano general a un plano detalle en otra muestra de maestría formal. Secuencia clave que, de nuevo, confirma el dominio del director en la puesta en escena.
LA SOGA (1948)
Entre logros formales del director, es imposible no destacar ‘La soga’, rodada en continuidad tanto tiempo como permitían las cámaras de la época, pues la cinta está compuesta de planos secuencia de diez minutos. No es lo único que causó revuelo en la época, pues este particular cluedo se desvela también como una reflexión homoerótica en torno al superhombre de Nietzsche.
LA VENTANA INDISCRETA (1954)
Hitchcock volvió a encerrar su trama en, prácticamente, un solo escenario: edificios contiguos con un patio en el interior, al que dan los ventanales traseros de la residencia del fotógrafo L.B. «Jeff» Jefferies (James Stewart), el cual se encuentra confinado en su casa (les suena, ¿verdad?) postrado en una silla de ruedas con una pierna rota. Su aburrimiento le lleva a mirar la vida de los vecinos y acaba descubriendo de un asesinato.
Solo Hitchcock podía convertir el placer de voyeur en un escalofriante juego de misterio en el que Lisa (Grace Kelly), la novia del fotógrafo, y Stella (Thelma Ritter), la enfermero del lesionado, acaban convertidas en cómplices de las indagaciones de Jeff. Un magnífico rompecabezas cuyo poder narrativo lo convierten en uno de los títulos imprescindibles de su carrera.
VÉRTIGO (DE ENTRE LOS MUERTOS) (1958)
Una de las películas más celebradas y veneradas de Hitchcock es también una de las más influyentes de la historia del cine. ‘Vértigo (De entre los muertos)’ reúne las pulsiones y obsesiones del director en la historia de Scottie Fergusson (James Stewart), un detective retirado contratado por un viejo amigo para cuidar de Madeleine (Kim Novak), una mujer obsesionada con su pasado.
Sus míticos títulos de crédito, realizados por el artista Saul Bass, se adentran en el ojo de una mujer de la misma forma que Hitchcock se sumerge en la mente neurótica de sus personajes en la que es una de sus películas fundamentales. ‘Vértigo’ es la suma de las obsesiones del director, así como una de las cimas de su filmografía.
CON LA MUERTE EN LOS TALONES (1959)
El detonante de otra de las grandes películas del realizador nace de una casualidad casi kafkiana: Roger O. Thornhill, un ejecutivo que trabaja en publicidad, es confundido por George Kaplan, un agente del gobierno, y termina siendo secuestrado por unos espías que le interrogan en una mansión de la que finalmente huye.
Uno de los grandes thrillers del maestro, rendido aquí al entretenimiento en una película que recompensa al espectador que suspende su incredulidad con más de dos horas de divertimento y disfrute.
PSICOSIS (1960)
Hitchock, tanto o más celoso que Tarantino de los spoilers para ‘Psicosis’, insistió en que en su película hubiera una petición expresa a los espectadores para que no revelaran nada de la trama. De hecho, una vez comenzada la proyección, nadie podía entrar a la sala.
Además de su música histriónica y de la mítica escena del baño, ‘Psicosis’ retoma la obsesión edípica del director con la tortuosa relación de Norman Bates y su madre. Una de las películas a las que más debe el terror psicológico y el suspense actual.
LOS PÁJAROS (1963)
La perversa imaginación de Daphne du Maurier, prolífica escritora británica, fue el punto de partida de Alfred Hitchcock para algunas de sus grandes películas. Fue el caso de ‘Rebeca’ o ‘Posada Jamaica’, pero quizá la más recordada de las adaptaciones fue ‘Los pájaros’.
El resultado fue una de las obras más surrealistas del realizador que reflejó el interés de Hitchcock por el terror como muestra de pérdida de seguridad del individuo contemporáneo, uno de los elementos fundacionales del género.