El escritor Sergio del Molino publica ‘Un tal González’ (Alfaguara), un repaso a la figura del expresidente del Gobierno Felipe González en el que tiene especial protagonismo la revisión de la Transición española, la cual «salió de chiripa».
«Cuando se ha intentado en otros lados algo parecido, no sale, y eso es porque la Transición fue fruto de la impotencia política de todos los agentes. Estaban obligados a negociar, no les quedaba otra, y de ahí la confluencia de líderes que se entendieron: solo se puede deber al azar», ha explicado en una entrevista con Europa Press el autor.
Del Molino recoge en su libro diversas figuras emblemáticas de ese periodo, desde Adolfo Suárez hasta Alfonso Guerra, pasando por Manuel Fraga. Una manera de hacer política que «ha desaparecido» pero que para el autor no es un problema, ya que no se muestra «partidario de la nostalgia».
«Yo creo que es un momento que no querríamos repetir. Se trataban de dirigentes muy ideologizados y yo abogo por unos políticos bajos en calorías e inanes», ha bromeado el autor de ‘La hora violeta’, pese a reconocer que eran partidos «con vocación de representar a la inmensa mayoría».
Entrando ya en el caso concreto de Felipe González, admite que es «alguien difícil de repetir» porque los tiempos también han cambiado. «Él llegó al poder prometiendo algo tan poco valorado hoy en día como es la normalidad y lo consigue», recuerda Del Molino, afirmando además que su salida del poder no llegó acompañada de «un desencanto».
«En el año 1996 pierde las elecciones por 100.000 votos y no gobierna porque Pujol no quiere», ha señalado el autor, para quien resulta «imposible diseccionar el ‘encanto felipista'». «Fue el líder más carismático de la Transición, en competencia con Adolfo Suárez, y tenía un encanto popular que sigue siendo un misterio», ha afirmado.
De hecho, insiste en la idea de un «don innato» que también era compartida por los dirigentes de la socialdemocracia alemana que empujaron su ascenso. «Ellos reconocían que les habría llevado 30 años formar un líder igual y recomendaban al PSOE que lo único que tenían que hacer era exponerlo mucho», ha señalado con humor.
Respecto a su relación con Guerra, hoy distanciados, Del Molino insiste en que eran «amigos» más allá de compañeros políticos y que incluso con la actual «separación por rencor», González y Guerra mantienen «un vínculo». «Me consta que se han visto en privado un par de veces tras un enfrentamiento muy bronco. Guerra fue el gran modernizador de la política y del PSOE», ha resaltado.
«UN BUEN ENCAJADOR»
También hay espacio en ‘un tal González’ para los GAL, «el principal escollo para entender el legado» del expresidente. «Es lo que más ha quedado de su paso por política y a él le molesta mucho, porque no se lo esperaba. Ha persistido de una forma tremenda esta sombra, y puede que diga algo bueno de la sociedad española, porque esto no ha pasado en otros países», ha reconocido.
Del Molino ha explicado cómo el paso por el poder «transformó» a González, quien se convirtió en «una persona única y solitaria». De entre sus virtudes, se queda con que era «un buen encajador y entendió la pluralidad de la sociedad», mientras que entre sus defectos, el principal fue el de la «incapacidad para controlar lo que se desbocó: la guerra sucia y la corrupción».