‘Tosca’ ha dado el pistoletazo de salida al cierre de esta complicada temporada en el Teatro Real con un estreno que ha puesto al público en pie, gracias al ‘tour de force’ que plantea contra el pensamiento único que ideó Giacomo Puccini a finales del XIX y también a la interpretación de la soprano Sondra Radvanovsky, recompensado con un ‘bis’.
Inspirada en la batalla victoriosa de Napoleón contra Austria, la puesta en escena de la obra, responsabilidad de Paco Azorín, no ha dejado ni un respiro a los asistentes al fin de fiesta del coliseo madrileño. Ya se había avisado de que se trataba de una suerte de ‘thriller’ de película y, como tal, apenas ha habido respiro entre una ‘escena’ y otra.
Con un reparto de cine –Radvanosvky en el papel de Tosca, Joseph Callea como Caravadossi y, de nuevo, Carlos Álvarez como Scarpia, además de otras estrellas como Anna Nebretko o Jonas Kaufmann que aparecerán en distintos días–, los cantantes han desfilado por el escenario acompañados de potentes audiovisuales y una palabra que avisaba de las intenciones: ‘rivoluzione’.
Luisotti ha puesto las partituras afinadas para las famosas arias de ‘Vissi d’arte’ y ‘E lucevan le stelle’, pero antes de la apoteosis de Radvanovsky, el primer acto se ha visto marcado por el ‘Te Deum’, con Caravadossi en el escenario de la iglesia y ese sonido de las campanas que, como explicó el propio Luisotti, se convirtieron ya en el siglo XX en una metáfora de la resistencia antifascista.
Después, ha llegado la histórica actuación de Radvanovsky, que se ha convertido en la segunda mujer que ofrece un bis en el Teatro Real desde que reabrió sus puertas en 1997, gracias al aria ‘Vissi d’arte’.
Precisamente, la primera mujer en conseguir ese bis fue la soprano hispano estadounidense Lisette Oropesa hace casi un año –el 29 de julio– con ‘La Traviata’ de Verdi, que suponía el regreso del coliseo madrileño tras el cierre obligado por la pandemia de coronavirus.
Ahora, este reconocimiento se ha producido en el segundo acto de la obra de Puccini con el famoso aria ‘Vissi d’arte’, en que Tosca se desmorona ante la tortura sufrida por su amante y el destino que les espera a ambos.
Al concluir su canto, Radvanosvsky ha recibido el inmediato reconocimiento del público, con algunas personas puestas en pie, y un aplauso que ha durado varios minutos.
Tras ellos, la soprano, visiblemente emocionada, ha vuelto a la posición inicial de la escena y ha repetido el aria, recibiendo al finalizar de nuevo un largo aplauso.
‘Tosca’ pone el punto final a la temporada del Teatro Real y en este estreno ha contado con la presencia entre el público del tenor español Plácido Domingo, con su mujer, su hijo Álvaro y sus nietos, así como de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, entre otros.
LA ÓPERA PERFECTA
En la previa, esta obra fue definida como la ópera perfecta por el reparto y así parece haberlo entendido gran parte del público madrileño, con numerosos aplausos entre actos y arias. Especialmente, con ‘E lucevan le stelle’ de Calleja, esa metáfora que puede ser entendida como el culmen del ‘carpe diem’ que tanto reivindicó Puccini.
Y aquí, en ‘Tosca’, ese ‘aprovecha el momento’ va dirigido en especial a lo que significa ser artista –«un culto reverencial al actor», en palabras del director artístico del Real, Joan Matabosch– y a una reivindicación de la libertad en estos días en que tanto ha estado a pie de calle esa palabra.
Por el contrario, es de nuevo el tenor Carlos Álvarez el que debe llevar el peso ‘oscuro’ de la obra –al igual que ocurre con ‘Viva la mamma’, con la que ha enganchado esta obra en el Real–, aunque tal y como reconocía, el «hacer de malo puede ser un placer» porque entra dentro de ese espacio libre del artista.
24 HORAS FRENÉTICAS
Álvarez se aprovecha y exprime a Caravadossi con sus defectos, que son muchos –y, en base a ellos, construye Puccini una pieza que rebosa anticlericalismo por la actitud servil, hipócrita y cobarde de este «reptil»–, pero también, como toda buena obra, con sus virtudes: es un villano que muestra su lado humano al afirmar que entregaría su vida con tal de pasar una noche con Tosca.
En definitiva, esta ‘Tosca’ de Azorín son el resumen de 24 horas frenéticas en la vida de varios personajes que propone un viaje del realismo al simbolismo para acabar criticando al capitalismo y al modo de vida actual, donde hay un pensamiento único y globalizado que ha terminado con las disensiones. «¿Os acordáis cuando podíamos discutir?», preguntó irónicamente Azorín hace unas semanas.