Un estudio de UPV/EHU revela que los niños autistas no perciben los conceptos a través del lenguaje

Redacción

Un estudio de UPV/EHU ha revelado que los niños y niñas autistas no perciben los conceptos a través del lenguaje, por lo que tienen dificultades para deducir que dos objetos que reciben el mismo nombre forman una categoría.

Según ha informado el centro universitario en un comunicado, el grupo Lindy Lab ha estudiado así, por primera vez, el efecto de etiquetaje lingüístico en la población infantil autista.

Los resultados del estudio sugieren que los niños y niñas autistas no perciben los conceptos a través del lenguaje, por lo que tienen dificultades para deducir que dos objetos que reciben el mismo nombre forman una categoría. En ese sentido, remarcan la necesidad de seguir investigando la relación entre lenguaje y conceptos en la mente autista.

«La población infantil autista no espera que dos objetos, simplemente por el mero hecho de que compartan nombre, tengan propiedades comunes o sean el mismo tipo de objeto. No son sensibles a la categorización mediante el lenguaje que se les está ofreciendo», ha indicado Agustín Vicente, profesor Ikerbasque e investigador del grupo Lindy Lab de la UPV/EHU.

Según ha detallado, si la población autista muestra dificultades para deducir que dos objetos que reciben el mismo nombre forman una categoría, «pueden tender a generar conceptos que no coinciden con los del resto de niños y niñas y esto puede dar lugar a dificultades en la comunicación, entre otras cosas».

Las personas neurotípicas, las que se ajustan a los estándares de comportamiento cognitivo y comunicativo socialmente típicos, durante su infancia, son sensibles al llamado efecto de etiquetaje lingüístico.

«Si a un niño neurotípico le decimos que una Dyson y una Roomba son las dos aspiradoras, esperará que hagan lo mismo, en este caso, aspirar. Pero si no se lo decimos, y llamamos a una simplemente Dyson y a la otra Roomba, si nos ve aspirar con la Dyson, puede que no espere que también podemos aspirar con la Roomba», explica Vicente.

De este modo, al asignarle una etiqueta lingüística, un nombre, se establece un vínculo entre las propiedades de ese objeto y la etiqueta asignada. Al mostrarle un segundo objeto con esa misma etiqueta, independientemente de lo distinto o parecido que sea al primer objeto, el niño espera que haga la misma función, en este caso aspirar.

Si, en cambio, se le presenta un objeto muy parecido, pero con una etiqueta o nombre distintos, «no generaliza la función de aspirar al nuevo objeto, interpretando que pertenecen a categorías distintas».

Por tanto, «compartir nombre es un criterio de categorización más poderoso que tener un aspecto similar. Este fenómeno es importante porque actúa como una fuente de adquisición de conceptos a través del lenguaje».

En niños y niñas neurotípicos esto ocurre desde los 10 meses, y el objetivo de este estudio ha sido conocer si la adquisición de conceptos a través del lenguaje también se produce en niños y niñas del espectro autista de entre 3 y 9 años.

Los resultados apuntan a que, a diferencia de los niños y niñas neurotípicos, no se ha podido identificar una sensibilidad al efecto de etiquetaje en la población infantil autista.

El efecto de etiquetaje lingüístico es una importante fuente de adquisición de conceptos y podría predecir aspectos tan relevantes en el desarrollo del lenguaje como lo son la adquisición y la amplitud del vocabulario.

El estudio realizado está basado en el Trabajo Fin de Máster que ha elaborado Sergio Parrillas en el laboratorio Lindy Lab que forma parte del grupo de investigación Hizkuntzalaritza Teorikorako Taldea (HiTT) de la UPV/EHU y con el cual ganó el V Premio Izaskun Heras Prado.

Sergio Parrillas es autista y actualmente tiene un contrato predoctoral del Gobierno Vasco para elaborar una tesis doctoral, dirigida por el profesor Ikerbasque Agustín Vicente (UPV/EHU) y la investigadora Irene de la Cruz Pavía (Deusto).

Las + leídas