«¡Yo no sé nada, únicamente que se produjo un revuelo muy grande y a mí, que tenía sólo un lápiz en la mano, me agarraron entre varios y me sacaron de allí!», es la versión que el recluso salmantino Cristóbal M.V, alias ‘El Viñas’, ha dado para negar la autoría de las lesiones que el también interno Rafael S.J. (‘Rafi’) recibió en el cuello cuando ambos compartían instalaciones del Centro Penitenciario de Valladolid.
La fiscal del caso, que ha mantenido su petición global de 12 años de cárcel por tentativa de asesinato y otro delito contra la Administración de Justicia, sostiene, sin embargo, que el encausado y su hijo, quien se suicidó poco después en prisión, abordaron por la espalda a la víctima la tarde del pasado día 20 de marzo, aprovechando que todos se hallaban en el taller de madera y cuero, y trataron de quitarle la vida al negarse ‘Rafi’ a asumir toda la culpa del tiroteo mortal del ‘Chispi’ ocurrido el 29 de enero en la capital charra y por el que los tres permanecían presos en Valladolid.
El acusado, un esquizofrénico reconocido, ha reiterado, en declaraciones recogidas por Europa Press, que aquella tarde él se hallaba pintando un caballo con alas en el taller de manualidades y que tan sólo tenía en su mano un lápiz. Únicamente recuerda que se produjo un «revuelo» y que él, al intentar de acercarse para ver qué ocurría, fue agarrado por otros dos reclusos y le tiraron al suelo.
Por ello, ‘El Viñas’ se ha desmarcado por completo de aquel episodio violento, a la vez que ha asegurado que su hijo, ya fallecido, y la víctima eran amigos, «como uña y carne».
La víctima, por contra, ha señalado al ocupante del banquillo, sin ningún género de dudas, como la persona que, acompañado de su hijo, le asaltó por la espalda de forma traicionera cuando él estaba haciendo manualidades.
«Vino Cristóbal con las tijeras y me alcanzó dos veces, una de ellas ya en el suelo, conde el acusado y su hijo siguieron dándome de patadas», ha recordado ‘Rafi’ por videoconferencia desde el Centro Penitenciario de Valladolid, a la vez que ha achacado lo ocurrido a una represalia del encausado por no plegarse a las exigencias de éste para que en su declaración ante el juez le excluyera del crimen perpetrado a principios de año en la persona de el ‘Chispi’, tiroteado en el barrio del Tormes de Salamanca cuando sostenía a su hija en brazos.
«Varios internos me sacaron de allí y luego me llevaron a la enfermería. ¡Si las tijeras llegan a tener la punta más fina, me mata!», ha aseverado el testigo de forma categórica.
Aunque cuatro reclusos que esa tarde se hallaban en el taller fueron testigos oculares de lo ocurrido, como así se lo relatarían minutos después, con pelos y señales, a los funcionarios de prisiones, coincidiendo plenamente con la versión del ‘Rafi’, en el acto del juicio oral celebrado en la Audiencia Provincial tan solo uno de ellos, José César G.G, ha ratificado su declaración y el resto se ha escudado en que fue tal el revuelo causado que hoy no sabe precisar la autoría de los dos ‘tijeretazos’.
El único de los cuatro que sí ha mantenido su versión recuerda que vio a padre e hizo levantarse de la mesa y acercarse por la espalda al lesionado, a quien Cristóbal «apuñaló una primera vez y luego una segunda ya en el suelo, pero no pudo darle la tercera» porque el testigo le arrebató las tijeras, que, como así recuerda igualmente, estaba utilizando el presunto autor para confeccionar una carterita de piel, muy lejos del caballo alado que el aludido asegura que esta dibujando
Funcionarios de prisiones que se entrevistaron con los testigos minutos después de registrarse el incidente han coincidido en que «absolutamente todos ellos» identificaron a Cristóbal como el autor, si bien ya entonces les mostraron su temor a sostener tal versión en un juicio debido a que el implicado pertenece a «una familia conocida».
A MEDIO CENTÍMETRO DE LA YUGULAR
Con respecto a la prueba pericial, los forenses han confirmado que el acusado es una persona esquizofrénica que necesita medicación con psicofármacos, aunque ello no supone que aquel día actuara con sus facultades afectadas, mientras que otros profesionales, encargados de analizar las lesiones sufridas por la víctima, ha advertido de la grave peligrosidad de los tijeretazos porque una de las heridas estuvo a medio centímetro de distancia de afectar al paquete vascular existente en el cuello.
Así, los dos expertos han advertido de que una de las lesiones, compatibles con haberse producido por la espalda, fue superficial pero la otra, de cinco centímetros de profundidad, pasó muy próxima a la carótida y la yugular. De haber afectado a una de las dos, la víctima podría haber muerto en el acto o desangrarse en menos de tres o cuatro minutos debido a que se trata de arterias y venas de «gran calado».
El juicio ha quedado visto para sentencia, mientras que la fiscal del caso mantiene invariable su petición de condena de 12 años de cárcel por un delito de asesinato intentado y otro contra la Administración de Justicia–por haber conminado al herido a modificar su versión por el crimen de Salamanca–, la defensa ha mantenido también su petición absolutoria.