Una cierva dibujada en roca de pizarra con trazos únicos cerrados y mediante piedras muy cortantes. Un esbozo con más de 20.000 años que se ha convertido en el último hallazgo del enclave rupestre hispanoluso Côa-Siega Verde, en plena frontera de la cuenca del Duero y catalogado como Patrimonio de la Humanidad.
Se trata de un grabado localizado en el valle portugués del río Côa (afluente del Duero), en una roca que ya estaba partida y con más de 20.000 años de antigüedad, relata Thierry Aubry, el arqueólogo del Côa.