Jeanne Pouchain, de 58 años y de nacionalidad francesa, emprendió una lucha contra la administración del país galo tratando de demostrar que se encuentra vivita y coleando después de un tribunal laboral decretara su definición en 2017 tras una disputa con una de sus empleadas.
En el año 2000, Pouchain tuvo que despedir a varias de sus trabajadoras tras perder un importante contrato, y una de ellas demando a la empresa.
En 2004, un tribunal ordenó a la compañía pagar a la empleada 14.000 euros, pero al fallar contra la empresa y no contra la persona física, Pouchain nunca desembolsó la cantidad y el caso fue desestimado en 2009, informa The Guardian.
En 2017, en un giro asombroso de los acontecimientos, la trabajadora declaró que Pouchain había muerto alegando que no contestaba a la correspondencia -al tratar de evitar un litigio-. Entonces, el nombre de la demandada se eliminó de los registros oficiales, con lo que Pouchain también perdió la validez de sus documentos oficiales: identificación, carnet de conducir, seguro médico, cuenta bancaria, etc.
«Fui a ver a un abogado que me dijo que se resolvería rápido, ya que había estado con mi médico, quien certificó que todavía estaba viva. Pero debido a que hubo un fallo legal, aquello no fue suficiente», declaró la presunta difunta.
La mujer, residente en Rive-de-Gier, en la región francesa del Loira, tiene incluso miedo de salir a la calle por temor a enfrentarse a una situación en la que necesita identificarse.
«Es una historia totalmente loca. No lo podía creer. Nunca pensé que un juez declararía muerto a alguien sin un certificado. Pero el demandante afirmó que la Sra. Pouchain estaba muerta, sin proporcionar ninguna prueba y todos la creyeron. Nadie lo comprobó», dijo.