Uno de cada cinco jóvenes está en riesgo de uso adictivo de las pantallas

Alvaro San Román

Uno de cada cinco jóvenes está en riesgo de uso adictivo de las pantallas, según el informe ‘Impacto de las pantallas en la vida de la adolescencia y sus familias en situación de vulnerabilidad social: realidad y virtualidad’ de Cáritas Española.

La investigación, presentada este martes en Madrid, recoge los resultados de una encuesta realizada a 930 jóvenes, padres y tutores en torno al uso que hace de las pantallas la población entre 12 y 17 años en situación de vulnerabilidad y exclusión social procedente de familias acompañadas por Cáritas en sus diferentes programas y proyectos.

El estudio ha sido presentado por la secretaria general de Cáritas Española, presentado por Natalia Peiro; Daniel Rodríguez, del Equipo de Estudios de Cáritas; y la responsable del programa de Infancia, Adolescencia y Juventud, Carmen García.

Entre los datos que revela el informe, Cáritas ha destacado que la práctica totalidad de los adolescentes tienen contacto diario con las pantallas y el 96% cuentan con móvil propio. Según indican los jóvenes encuestados, de media, tuvieron su primer móvil a los 11,4 años, y los más jóvenes dicen que su inmersión en las pantallas fue a los 10,5 años.

«El análisis de estos datos despierta una doble alerta: por un lado, el acceso cada vez más temprano a las pantallas y por otro, que la mayoría de las aplicaciones, redes o páginas donde se abren perfiles son para mayores de 16 años, un aspecto de especial relevancia para enfocar la educación que debe darse desde la infancia sobre el uso responsable de los móviles», ha explicado Daniel Rodríguez.

Por género, uno de cada tres chicos juega a diario, lo que triplica el porcentaje de las chicas. En este sentido, el 6% de los chicos declara no jugar nunca, porcentaje que se eleva hasta casi la mitad (43%) entre las chicas, que prefieren las redes sociales.

El 36% de los jóvenes del informe dedica más de 6 horas al día a las pantallas. «El abuso de las pantallas puede conllevar o no una adicción. Relacionamos esta adicción con las emociones que las pantallas despiertan y consideramos que se da una conducta adictiva cuando el uso, o la ausencia de este, genera ciertos niveles de aislamiento, ansiedad, falta de control y dependencia», ha detallado Rodríguez.

En esta situación se hallan uno de cada cinco jóvenes, según el estudio, que revela que vivir en el espacio de la exclusión social no implica un mayor riesgo de adicción a las pantallas.

En el caso del uso de videojuegos, la adolescencia en situación de exclusión sufre el doble de adicción a los videojuegos que la juventud en su conjunto y afecta al 12%. Además, la adicción de los adolescentes varones (21%) a los videojuegos cuadriplica al de las chicas (4,9%).

Respecto a la adicción a los videojuegos, las condiciones de vida y la escasez de oportunidades sí parecen un elemento diferencial. «Aunque, como hemos señalado, la situación socioeconómica de las familias no es el factor que más influye en el uso adictivo, sí hay situaciones que protegen a la juventud de esta adicción y queremos destacar principalmente dos. En primer lugar, el ejemplo que la juventud recibe en casa tiene una notable influencia sobre la adicción y, en segundo lugar, las posibilidades que tienen los jóvenes de acceder a un ocio estructurado», ha apuntado Rodríguez.

FALTAS A CLASE Y SUSPENSOS

El informe también muestra que el 18% de los adolescentes en situación de vulnerabilidad social ha faltado algún día a clase en el último mes sin motivo justificado, porcentaje que llega al 23% cuando hay adicción a las pantallas y hasta el 28% cuando hay un uso abusivo de las mismas.

Por otro lado, casi la mitad de los que abusan de las pantallas han suspendido tres o más asignaturas, mientras que ese porcentaje se eleva hasta el 60% cuando hay un uso adictivo. «La conclusión es clara, la adicción y el uso abusivo están estrechamente ligados al absentismo escolar y al número de suspensos», ha zanjado Rodríguez.

Respecto a la opinión de los progenitores, el 28% cree que las pantallas son las culpables de que la comunicación haya empeorado en el seno de la familia llevando incluso al engaño en el 20% de los casos. Uno de cada cuatro adultos dice que el uso de pantallas ha empeorado la actitud de su hijo en casa, lo cual, para el 17% de los padres y madres, tiene como consecuencia un incremento de los conflictos en el seno familiar.

En este contexto, el 12% de los progenitores se sienten preparados para afrontar la educación digital de sus hijos e hijas, mientras que el 53% dice necesitar apoyo o sentirse desorientados. El 82% percibe riesgos asociados a las pantalla, bien en el ámbito relacional bien en el educativo.

«Todos (adultos y jóvenes) estamos pasando por lo mismo, y al mismo tiempo, por el uso desmedido de la tecnología y en continuo aprendizaje. La diferencia es que, normalmente, los adultos lo vivimos con miedos y con inseguridades mientras que los jóvenes sin miedos. Por ello, la infancia, los adolescentes y los jóvenes son los más vulnerables entre los vulnerables y, especialmente en estos momentos de cambios. Lo que les está pasando ocurre a una velocidad tal que no está facilitando un margen de adaptación y reflexión que les permita entender cómo se sienten y cómo vertebran las relaciones en estos momentos de cambio», ha apuntado Carmen García.

Sobre las formas de comunicación, los resultados del informe señala que 11% de la juventud prefiere, con frecuencia, hablar por WhatsApp antes que hacerlo en persona.

NO CULPABILIZAR Y NO JUZGAR

Para la responsable del programa de Infancia, Adolescencia y Juventud de Cáritas Española es necesario «acompañar a los adolescentes, ayudarles a generar valores y educarles en la práctica de la paciencia y en frenar la impulsividad: la impulsividad de no responder a un mensaje en ‘caliente’ y saber esperar para dar una respuesta que, bajo ningún concepto falte el respeto y que sepamos que no nos vamos a arrepentir en un futuro». «En otras palabras, el aprendizaje de la tan difícil autorregulación. Con la clave siempre de no culpabilizar y no juzgar», ha manifestado.

El objetivo del informe, según ha manifestado Natalia Peiro en la rueda de prensa, es que «llegue y sea consultado no sólo por las 70 Cáritas diocesanas sino por todas aquellas personas y colectivos interesados en acercarse a los universos simbólicos de nuestra juventud y adolescencia».

«Nuestro deseo de dar voz a los jóvenes y a sus familias ha guiado este proceso y eso se ha plasmado en el diseño de la investigación y las técnicas que se han utilizado. Porque la vocación de este estudio no es otra que la de aportar datos y elementos para una reflexión más amplia de toda la sociedad sobre cómo está afectando el uso de pantallas a la juventud y adolescencia actual», ha concluido.

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