Una red de narcotraficantes asentada en El Puerto de Santa María (Cádiz) simulaba averías en veleros para introducir hachís que previamente había sido cargado en las costas de Marruecos.
La operación ha sido realizada de forma conjunta por la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria. La actuación se enmarca dentro del Plan Meridional y el Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar.
Según informaron este jueves la Policía y la Benemérita, como integrantes de este grupo delictivo han sido detenidas dos personas en El Puerto de Santa María y se han intervenido de 172 kilogramos de hachís, que estaban escondidos en un trastero.
La forma de actuar del grupo consistía en que uno de los arrestados realizaba una travesía marítima en velero hasta las costas marroquíes, donde cargaba la sustancia estupefaciente que ocultaba en los camarotes. Una vez de regreso y en aguas territoriales españolas, solicitaba asistencia marítima de socorro tras fingir avería o accidente, lo que le permitía llegar a la costa y descargar la droga.
CONTACTO EN PORTUGAL
La investigación comenzó en verano de 2021, cuando los agentes detectaron una embarcación tipo velero y a varios individuos, con antecedentes por tráfico de drogas, realizando movimientos sospechosos compatibles con actividades relacionadas con el narcotráfico.
En junio de 2021 el principal investigado -y dueño de la embarcación- atracó en el Puerto Deportivo de Barbate tras haber sufrido un supuesto ataque de orcas cuando cruzaba el Estrecho de Gibraltar. El incidente provocó un cambio de la embarcación utilizada, no consiguiendo, sin embargo, alejar el foco de la investigación a la que estaba siendo sometido.
Tras varias pesquisas policiales, los agentes tuvieron conocimiento de la existencia de desplazamientos habituales del principal investigado a Lisboa, motivo por el que solicitaron colaboración a la Policía Judiciaria de Portugal. Esto permitió detectar una reunión entre el investigado español y un ciudadano portugués, del que se supo que tenía numerosos antecedentes relacionados con el tráfico de drogas y la tenencia ilícita de armas.
Los investigadores pudieron documentar diversos encuentros que permitieron asignar al objetivo portugués el papel de propietario de la sustancia estupefaciente y la persona que financiaba todas las operaciones necesarias para concluir el tráfico de drogas; mientras el ciudadano español era quien navegaba hasta un punto en aguas internacionales, donde se cargaba el estupefaciente, regresando a su base en un puerto deportivo de la zona.