La banda murciana Viva Suecia publica este viernes, 7 de octubre, su cuarto álbum, ‘El amor de la clase que sea’ (Universal), un trabajo en el que continúan progresando en estilo y se desenvuelven con mayor libertad creativa y riesgo, situándose como uno de los grandes nombres del rock alternativo, que no indie, como se les etiquetaba.
«Hace tiempo que la palabra indie no define nada, ni un movimiento ni un género musical», aseveran los componentes, Rafa Val (voz), Jess Fabric (bajo), Alberto Cantúa (guitarra) y Fernando Campillo (batería), en una entrevista concedida a Europa Press, en la que reconocen que la etiqueta «ha funcionado durante un tiempo» para denominar así al conjunto de artistas alternativos que recorrían los festivales, pero que «ya no tiene sentido» porque en estos intervienen artistas de géneros más comerciales.
En la línea de escapar de esas etiquetas, su nuevo disco cuenta con colaboraciones de gente que está fuera de ese ámbito, como son Leiva, Dani Fernández y Luz Casal, un riesgo que hace este álbum «mucho mejor», al igual que la apuesta por letras «más directas y menor enrevesadas» y la importancia de solos de saxófonos, sonidos de teclado o referencias de los 80 como Duncan Dhu o Bruce Springsteen.
«Es el álbum en el que más riesgos hemos asumido con diferencia», señalan los integrantes del grupo, quienes resaltan también la libertad creativa del mismo gracias a los recursos y equipo con el que han contado en esta ocasión.
Es el primer trabajo de los murcianos con Universal, después que se viesen «obligados a salir» de su anterior compañía discográfica, Subterfuge, en la que no encontraron la filosofía que ellos reivindican en su trabajo. «Nos dimos cuenta de que estábamos trabajando con gente que nos veía como un negocio. La sintonía no era la misma», lamentan.
En este sentido, subrayan que ellos nunca romantizaron la industria musical y que esta «dura» situación ya era algo que se imaginaron que podría pasar. Sobre la industria musical, también añaden que, «como en todos los sitios, hay gente que es un trozo de mierda y otra que es un ángel». «No es distinto a otro trabajo», sentencian.
Al igual que mantienen una relación sana con su equipo, aseguran tener una igual de buena entre ellos y descartan, por el momento, un futuro musical separados como el que tantas otras bandas han acabado tomando. El vocalista, Rafa Val, dice que sería «tremendamente aburrido y tedioso» para él optar por ir en solitario: «No me siento encorsetado en la banda. Hasta el momento no tenemos necesidades artísticas fuera de ella porque las satisfacemos todas aquí».
En este ambiente de entusiasmo por el proyecto común, han creado su nuevo álbum, que empezó a componerse en plena pandemia y, por tanto, tiene alguna canción inspirada por aquel momento, como es ‘No hemos aprendido nada’, en el que afean la «oportunidad perdida de salir más empáticos» tras aquel momento.
«NO ESTAMOS OBLIGADOS A SER REACCIONARIOS»
Pero ‘El amor de la clase que sea’ también reflexiona sobre otras cuestiones como las relaciones o simplemente temas más personales y no de índole social o relacionados con la actualidad, pues, a juicio de Viva Suecia, el arte no tiene que se obligatoriamente político y/o social.
«Los músicos no estamos obligados a ser reaccionarios ni a proclamar una revolución en cada canción. Cada uno hace lo que le salga… Si tenemos que ir diciendo qué mensaje hay que dar nos vamos a cargar esto en unos días», advierten los murcianos, que ven «emocionar a la gente» con una canción cualquiera, ahondando en su sensibilidad, como lo que «al final cambia las cosas».
Tras el lanzamiento de su cuarto álbum, Viva Suecia se encamina a un gira por toda España en la que ya han logrado colgar el cartel de ‘sold out’ en varias fechas, lo que ratifica el crecimiento que han tenido en los últimos años –viven «dignamente de la música»–, en los que también se han convertido en una de las principales bandas presentes en festivales.
Precisamente, este verano han estado en más de una veintena de eventos de este tipo. Sobre la elevada oferta de estos en los últimos meses, afirman que el público ha respondido y han hecho que, por lo general, estas citas «funcionen bien». Al menos a los que ellos han asistido.
PRECARIEDAD EN LA MÚSICA
En este contexto, admiten la precariedad que sufren grupos poco conocidos que cobran muy poco por tocar en festivales, una situación que ellos mismos vivieron en sus inicios, «tocando por visibilidad o cervezas», entre otras situaciones.
«Hemos llegado a hacer cinco horas en coche para cobrar 300 euros por un concierto, pero es que si íbamos a una sala solo venían a vernos tres personas», detallan. Así, coinciden en que actualmente todos los artistas que se suben a un escenario deberían cobrar un mínimo, lo que, avisan, no está pasando. No obstante, recuerdan que a ellos les sirvieron aquellos sacrificio para llegar hasta donde están.
Por otro lado, creen que la falta de artistas mujeres en los carteles de los festivales se debe, en parte, a que «generalmente el mundo de la música ha sido predominantemente masculino», por lo que consideran que las bandas que se van haciendo hueco harán que poco a poco más mujeres actúen en los escenarios de estos eventos masivos.
Y es que, inciden, «hay talento» y bandas que están haciendo «cosas maravillosas», como es para ellos Ginebras, ahora «referentes que harán que muchas chicas cojan una guitarra y quieran montar un grupo».
«Con los años iremos viendo cada vez más (artistas mujeres en los festivales)», zanjan, al tiempo que esperan que llegue el momento en que todo esto se lleve a cabo «con naturalidad» porque, a su juicio: «Qué huevos importa el género para hacer música».