Vox llega este martes a las urnas con la esperanza de que sus votos sean imprescindibles para condicionar un nuevo gobierno de la ‘popular’ Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid y después de haber logrado gran parte del protagonismo de la campaña electoral, envuelto en polémicas y el cordón sanitario que piden los partidos de izquierdas.
La formación inició la carrera electoral de este martes con una posición ‘a priori’ en desventaja respecto a Díaz Ayuso y el posible voto útil a favor de la candidata del PP. De hecho, el propio Santiago Abascal tomó las riendas de la campaña reconociendo que, pese a los buenos resultados obtenidos hace pocos meses en Cataluña, donde superaron ampliamente al PP y Ciudadanos, las encuestas no apuntaban buenos resultados en Madrid.
Sin embargo, pronto Vox ocupó un lugar central en el debate político, eligiendo Vallecas para la presentación de su candidatura en un acto que quedó eclipsado por las protestas, el lanzamiento de objetos y las cargas policiales.
Este episodio ha tenido la segunda parte en la recta final de la campaña con la detención de dos trabajadores de Podemos por agredir a agentes de la Policía Nacional en Vallecas. Este sábado, Abascal acusó al Gobierno de haber ocultado durante 15 días las detenciones de los dos escoltas de Pablo Iglesias mientras «organizaba un montaje balístico».
Con esta acusación, el líder de Vox volvió a poner en cuestión las amenazas en forma de cartas con balas recibidas por varios líderes políticos, fruto de otra de las polémicas en las que se ha visto inmerso el partido durante la campaña, que se llegó a su punto álgido con la decisión del líder de Podemos, Pablo Iglesias, de abandonar el debate de la Cadena Ser después de que la candidata de Vox, Rocío Monasterio, evitara solidarizarse con él.
«Condenamos todo tipo de violencia. Me hubiera gustado que Iglesias hubiera condenado la violencia de Vallecas», dijo Monasterio cuestionando a continuación la veracidad de las amenazas. De hecho, Vox ha insistido en varias ocasiones en que no se las cree porque no se puede creer «nada» del Gobierno y ha avisado de que se ocupará de investigar el asunto hasta el final. Además, tanto Monasterio como Abascal han acusado a Iglesias de exagerar en su reacción, llamándole «llorón».
Otro asunto que ha puesto el foco sobre Vox fue el de los menores extranjeros no acompañados a raíz de su cartel electoral colocado en el centro de Madrid denunciando el coste para mantener a un menor extranjero en la Comunidad de Madrid, frente al importe de las pensiones.
El mensaje fue tachado por el resto de partidos de xenófobo y de incitar al odio. De hecho, la Fiscalía pidió su retirada, aunque la jueza lo rechazó alegando que se requiere de «algo más para hablar de un hecho que merezca reproche penal».
Pese a las críticas, Vox insistió en este mensaje y ha basado una parte importante de su discurso en reivindicar seguridad para Madrid y denunciar la situación que a su juicio generan los centros de menores extranjeros o la ‘okupación’.
LEJOS DEL PP
Con todo ello, Vox ha ocupado un lugar preferente del debate político durante la campaña y ha conseguido alejarse de las primeras encuestas que incluso cuestionaban su entrada en la Asamblea de Madrid. Sin embargo, queda lejos de las aspiraciones de arrinconar al PP que construyó tras las elecciones catalanas.
De hecho, el propio Abascal ha repetido durante los últimos días que el resultado de su partido no es importante, sino que el objetivo último es sumar con el PP para evitar un gobierno de izquierdas en la comunidad.
Vox ha planteado estos comicios como un plebiscito sobre la continuidad o no de Pablo Iglesias en política, mientras ningunea al candidato del PSOE, Ángel Gabilondo. «El 4-M no son elecciones regionales, es una encrucijada para toda España. Nos jugamos el principio del fin del Gobierno de Pedro Sánchez y que el del moño (en referencia a Iglesias) se tenga que retirar de la política e ir a Cuba o Venezuela», dijo Abascal ya en la apertura de campaña.
A POR EL VOTO OBRERO
Para lograr este objetivo, Vox ha centrado una parte importante de su campaña en municipios obreros de la periferia de Madrid y se ha recorrido todo el antiguo cinturón rojo de la comunidad, que ahora aspira a convertir en el «cinturón verde» con mensajes a sus vecinos sobre la seguridad, el fin del «despilfarro» político o los «peligros» del comunismo.
Abascal, compartiendo protagonismo con Monasterio durante toda la campaña, ha visitado Fuenlabrada, Parla, Valdemoro, Leganés o Getafe, entre otras muchas localidades. Y eligió Móstoles para el acto de apertura como símbolo del levantamiento de los madrileños contra la invasión napoleónica en 1808.
Además, este sábado el partido organizó junto a su sindicato, Solidaridad, manifestaciones alternativas a la tradicional marcha del 1º de mayo, llamando a los trabajadores a salir a la calle por «un salario digno», contra la «competencia desleal» y en rechazo al «atraco de Hacienda y la traición de los sindicatos tradicionales».
Para el cierre de campaña volvió a la plaza de Colón, ya icono para Vox por los numerosos mítines celebrados en ella durante las elecciones de los últimos años. Uno de los más multitudinarios fue el de cierre de campaña de las generales de abril de 2019, en las que sumó 24 diputados, un resultado que se percibió como modesto tras la movilización que había logrado en campaña y que logró ampliar hasta los 52 escaños en la repetición electoral de noviembre de ese año.